“Deja un lugar en tu cuerpo donde quepa el asombro. Deja a tu vientre moverse al compás del deseo y para hacerlo, engaña a tu juicio y échalo de tu maleta.
Se tu vientre fértil, tu propio territorio donde danzan tu apetito y tu gusto, tu frío y tu abrigo, tu horizonte y tu extravío.
Convierte tu cabeza en un bandullo y advierte cuando el ansia líquida se entrega al goce de danzar contigo.
Revélale entonces, al fruto de tu regocijo, cuán adentro está, a salvo, esa inagotable tierra de danzas que renombra el tiempo.”