Un intento de ensayo de ideas asociadas hacia una finalidad emancipadora, contribuyendo a construir una nueva sociología organizativa, hacia la consolidación de una sociedad autogestionada e igualitaria, donde el sentir y la razón transiten por un mismo camino, fundamentando su morada en la libertad y la ayuda mutua.
Sociología académica o sociología militante, ¿esa es la cuestión? ¿Por qué esa dicotomía? ¿Por qué ese salto? ¿Será ésta una nueva aporía? ¿Por qué no una sociología trascendental? Siempre será saludable preguntarse, porque la pregunta nos concentra en el problema, nos hace atender la cuestión y nos puntualiza lo que pretendemos abordar.
La pregunta es la duda, pero a su vez es el impulso que nos conmueve. Sin preguntas el conocimiento no se descubre, no se puede buscar y no se obtiene. Ella es la incitación a conocer lo que está oculto o recubierto, lo que no se deja ver, es en consecuencia la intencionalidad indagadora que despierta la investigación. Nos asocia, no sólo al problema, sino al fenómeno social.
¿Por qué no podemos pensar en una sociología que trascienda el interrogante? Que trascienda como conocimiento mancomunado hacia el espacio del hacer. ¿Por qué no pensar en una sociología que no habilite la separación entre lo académico y lo práctico? ¿Por qué no repensar la ecuación teórico-práctico en vez de “teórico y práctico”?
Y no se trata de “encontrar síntesis” entre lo uno y lo otro, se trata de trascender a partir de lo presencial y allanar la construcción del conocimiento desde lo colectivo, que se manifiesta como un todo dentro de otro todo y que actúa desde la inmanencia de los hechos.
Reafirmo: teoría-práctica desde la inmanencia de los hechos, eso es lo presencial, la posesión del espacio intermedio. Sólo la presencia logra abolir, disipar, esa artificialidad desconstructora, ese invento de la “razón pura”. El “ser ahí”, “el estar ahí”, “el contemplar ahí”, instaura una fenomenal percepción teórico-práctico y sintetiza la distancia ilusoria, intencionalmente caprichosa de la “razón pura”.
La (y) divisoria es la “trampa”, es el espejismo de la razón. La idea no es condensar todas esas vivencias-fuerza que la presencia acumula, sino mantenerlas libres de distorsiones para que interactúen realidad y razón. Sociología presencial es mucho más que un adjetivo semántico, es coproducir conocimiento con el conjunto y desde el conjunto. Es por ello que la sociología presencial está vinculada estrechamente a la coproducción colectiva de conocimiento.
Reconocerse en el otro, es vernos nosotros mismos con otros rostros, es comenzar a edificar una nueva utopía, que programada en el tiempo, se hace realizable. Es asociar lo que está disperso, es conquistar lo que se nos niega, es construir herramientas culturales que nos permita crecer en conocimientos y hacer del tiempo una creación constante e infinita. La sociología presencial, es en definitiva una idea-fuerza capaz de aglutinar sueños, esperanzas y viabilidad de proyectos, de ingenios, que tengan utilidad real como herramienta de trans-formación de la sociedad humana.
El profesor Alberto Bialakowsky, (Magister en Ciencias Sociales. Profesor Titular. Responsable del Proyecto de Investigación UBACYT: “Exclusión social y nuevos padecimientos”, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires), a mi entender ha dado en el clavo y ha centralizado dicha problemática entre una sociología académica y otra militante, cuando me expresa en una reciente misiva: “. . . mi propuesta de sociología presencial, superando, intentando superar esta dicotomía trágica y mortífera, entre la sociología académica y la sociología militantes”. Aquí Alberto expresa su angustia, por no haberse superado esa dicotomía “trágica y mortífera” que nos acerca nuevamente a falsas conclusiones. Es un intento de despegar de esas concepciones basadas en actos grandilocuentes y palabrerías altisonantes, olvidando las enseñanzas de la historia. Él encontró la “palabra”, pero para llegar a ella, recordó antes los hechos de la historia, que le dieron lugar a forjar una nueva concepción, más allá de la semántica.
La sociología presencial expresa el compromiso activo, el estar ahí junto a los otros, porque no pide nada a cambio, promueve ideas, debates, es una conciencia libertaria a los cepos, fantasmas, tabúes y desobediente a las imposiciones y ataduras, a la regimentación de la vida, es la acción que promueve movimientos y nunca se conforma, nunca desprecia nada y da por perdida investigación alguna, ni sueños ni utopías.
Campi, propagandista de los ideales de la F.O.R.A.