Por: Zulma Ramírez – Sol Camacho – Olga L. González * / Especial para El Espectador.
Rosen Hicher comenzó una caminata el 3 de septiembre de 2014 en el último lugar donde se prostituyó y desde allí recorrió todas las ciudades en las que trabajó.
Rosen Hicher se ha convertido en una figura en Francia. Después de haber ejercido la prostitución durante más de 20 años, y luego de una toma de conciencia progresiva y difícil, hoy milita abiertamente para que la prostitución sea considerada como una forma de violencia.
Usted hizo recientemente una caminata de 800 kilómetros. ¿Por qué ese recorrido?
Comencé la caminata el 3 de septiembre en el último lugar donde me prostituí y desde allí recorrí todas las ciudades en las que me prostituí hasta llegar al primer lugar, al primer cliente, porque es él quien nos convierte en una prostituta. Desde el momento en que se ha tenido un cliente, se es prostituta de por vida.
Durante los 22 años que viví en la prostitución, no entendía que estaba siendo violentada, viviendo en la violencia, porque cada cliente es una violación, le permitimos que nos viole. Llegó un momento en el que se me hizo insoportable que se nos dijera que como mujeres “ahí tienen esa forma de subsistencia, ese medio para vivir y para comer”.
La caminata fue también una forma abrir el debate y para que otras mujeres se pongan de pie y tomen la palabra para decir la verdad. Yo quería que otras prostitutas nos contaran lo que vivieron porque siempre escuchamos las mismas voces, las mismas personas que nos dicen que la prostitución es buena… Y es que cuando se está adentro, no se es consciente de lo que se está viviendo.
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