Yo

Yo podría tenerte con mi cuerpo y con mi alma. Esperaré aunque sea años a que tú también tengas cuerpo-alma para amar. Todavía somos jóvenes, podemos perder algún tiempo sin perder la vida entera.

Pero mira a todos a tu alrededor y ve lo que hemos hecho de nosotros y de eso considerado como victoria nuestra de cada día. No hemos amado por encima de todas las cosas. No hemos aceptado lo que no se entiende porque no queremos pasar por tontos.

Hemos amontonado cosas y seguridades por no tenernos el uno al otro. No tenemos ninguna alegría que no haya sido catalogada. Hemos construido catedrales y nos hemos quedado del lado de afuera, pues las catedrales que nosotros mismos
construimos tememos que sean trampas. No nos hemos entregado a nosotros mismos, pues eso sería el comienzo de una vida larga y la tememos.

Hemos evitado caer de rodillas delante el primero de nosotros que por amor diga: tienes miedo.
Hemos organizado asociaciones y clubs donde se sirve con o sin soda.

Hemos tratado de salvarnos, pero sin usar la palabra salvación para no avergonzarnos de ser inocentes. No hemos utilizado la palabra amor para no tener que reconocer su contextura de odio, de amor, de celos y de tantos otros opuestos.

Hemos mantenido en secreto nuestra muerte para hacer posible nuestra vida. Muchos de nosotros hacen arte por no saber como es la otra cosa. Hemos disfrazado con falso amor nuestra indiferencia sabiendo que nuestra indiferencia es angustia disfrazada. Hemos disfrazado con el pequeño miedo al gran miedo mayor y por eso nunca hablamos de lo que realmente importa.

Hablar de lo que realmente importa es considerado una indiscreción. No hemos adorado por tener la sensata mezquindad de acordarnos a tiempo de los falsos dioses. No hemos sido puros e ingenuos para no reinos de nosotros mismos y para que al fin del día podamos decir “al menos no fui tonto” y así no quedarnos perplejos antes de apagar la luz.

Hemos sonreído en público de lo que no sonreiríamos cuando nos quedásemos solos. Hemos llamado debilidad a nuestro candor. Nos hemos temido el uno al otro, por encima de todo. Y todo eso lo consideramos victoria nuestra de cada día.

Pero yo escapé de eso, Lori, escapé con la ferocidad con que se escapa de la peste, Lori, y esperaré hasta que tú estés más preparada.

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