SOLIDARIDAD CON LXS PRESXS EN HUELGA DE HAMBRE – Argentina –

Hoy, en tiempos de apatía constante y generalizada, de sobrevivencia económica y resignación obediente, lxs que osaron burlar el mandato de la propiedad privada y reciben por ello los más terribles castigos, lxs que soportan sobre sí todas las vilezas y violencias sociales concentradas en el infierno estatal, se ponen de acuerdo para rebelarse; dejan flotando la duda de quién está más presx, si el inseguro ciudadano vigilado por cámaras y ejércitos de policías, o quien encerrado en jaulas de cemento arriesga su vida con tal de conseguir la libertad.

Desde el 18 de marzo iniciada en la Unidad 9 de La Plata, más de 1300 presxs de distintas cárceles del conurbano bonaerense y penales federales – la 45 de Melchor Romero, la 21 de Campana, Olmos, Varela, Marcos Paz, Ezeiza, Devoto- se han ido sumando a la huelga de hambre mediante la que se lucha particularmente contra el endurecimiento en las reformas penales, plantea modificaciones en relación a la prisión preventiva, la aplicación para reincidentes de la libertad condicional, la derogación de la reclusión perpetua y de las leyes que limitan las excarcelaciones, la negativa a que madres e hijxs crezcan tras las rejas, y otras reivindicaciones.

El hambre, el peor castigo del estado sobre lxs pobrxs, la más dolorosa de las condiciones, es usada por los secuestradxs para ser escuchadxs, exclamar basta, y aún torturadxs por ello decir “ahora hablamos nosotrxs”.
La represión sistemática ante esta medida pacífica demuestra que la guerra social no es una cuestión de métodos sino de quién los utiliza, y sobre todo, contra quién.

Los traslados desde que empezó la huelga, las constantes golpizas en los camiones o en los buzones donde son aisladxs lxs huelguistas, la ausencia de revisiones médicas, la inyección que dejó ciego “por error” a uno de ellos, la muerte de Rubén Terzagui, la intencionada desinformación de los grandes miedos de comunicación, la requisa de jugos y azucares para sostener la huelga, la intimidación sobre sus familiares, las amenazas, la tortura, no han podido con esta lucha que no se conforma con modificaciones legales y es en definitiva una cuestión existencial, presxs contra lo que lxs encierra.

Indiferente: no hay otro lugar donde mirar, la miseria nos rodea y nos vuelve aún más miserables al querer zafar de la responsabilidad por lo que ocurre; se puede no querer ver la prostitución callejera y mirar alguna publicidad sexista, se puede esquivarle a niñas y niños que aspiran pegamento y contemplar las sirenas azules que acuden a ocultarlxs, se puede ver el interior de las prisiones o el muro de las prisiones.

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