Se cumplen 43 años del asesinato de Soledad Barret

La historia de Soledad Barret Viedma está marcada por la lucha contra dictaduras en Paraguay, Uruguay y el Brasil. Nació el 6 de enero de 1945 en Paraguay. Muy joven se exilió en Uruguay con sus padres y vivió en Montevideo buena parte de su juventud. En julio de 1962 un grupo neonazi la raptó en su condición de destacada dirigente estudiantil y con amenazas de muerte quisieron obligarla a gritar consignas a favor de Hitler y en contra de Fidel Castro.

Como se resistió, le grabaron con una navaja la cruz esvástica en su muslo. De ahí fue a Cuba donde vivió varios años. Allí conoció al brasileño José María Ferreira de Araujo, se casaron y tuvieron una hija. Su marido volvió al Brasil en 1970 para integrarse a grupos de la revolución socialista, pero fue apresado y asesinado.

Ya en Brasil, Soledad conoció al cabo Anselmo Dos Santos, quien fue uno de los líderes del llamado “movimiento de los marineros”, que en 1963 se atrevió a desafiar la rígida estructura militar reclamando condiciones dignas. Anselmo era amigo y camarada del compañero de Soledad, José María Ferreira.

Las vidas de Soledad y Anselmo se fueron acercando siendo luego pareja. Lo terrible de la historia fue que el cabo Anselmo en esa época era en realidad un infiltrado, un agente al servicio de la policía política del Brasil, colaborando con los más sanguinarios grupos de la represión.

Completó su traición entregando a seis miembros del grupo del cual el mismo formaba parte. Entre ellos se encontraba su propia compañera, Soledad, quien además estaba embarazada de cuatro meses del propio Anselmo.

No hay palabras que puedan reflejar lo que pasaría en aquellos momentos por la cabeza de Soledad. Tan sólo la sequedad tremenda de ese repetitivo “¿por qué?” nos indica algo de su desconcierto ante la brutal densidad del drama.

Ni la más terrible tragedia griega ha llegado a dibujar una situación semejante: descubrir de golpe que se ha incubado el huevo de la serpiente y que su pareja y padre de su futuro hijo se ha transfigurado en el verdugo que empujará a la muerte a sus compañeros, a ella misma y a su propio hijo antes de nacer.

Así, con esa imagen sangrienta de la crueldad, pusieron injusto fin a la vida de aquella mujer extraordinaria que fue Soledad Barret. Su corta existencia fue un canto de rebeldía y libertad; su final, una triste historia de lucha, amor, traición y muerte en tiempos oscuros de dictadura. Una triste historia que no debería ser olvidada.

Agradecemos a la compañera Alicia el envío de ésta nota.

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