Qué fácil es quedarse tranquila en la sombra de un buen árbol, escondida.
Academia, pareja, cultura, familia, partido, religión, todos buenos árboles, tienen sombras largas donde no vivir y no pensar.
Desde allí todos dirigen, unos el tránsito, otros las hormonas, los capitales y las pobrezas, algunos los discursos, otros los silenciamientos, repartiéndose por sorteo, salud, educación y cultura.
Qué fácil es quedarse tranquila en la sombra de un buen árbol, escondida.
Asumiéndote humanamente imperfecta, para no cuestionarte y mantener el sistema.
Es en esa sombra donde nos marcan la piel como animales a las que nos quedamos en descampado y a pleno sol, porfiadamente, vivas.