El dominicano de la calle, en tanto que individuo, se construye a así mismo con la misma virulencia con la que la sociedad trata de des-construirlo.
En esa dinámica, en la que la sociedad se vuelca en contra de sus miembros más vulnerables, el dominicano de la calle se convierte en un guerrero feroz contra un enemigo abstracto al que no logra poner nombre ni apellido, pero que usted y yo sabemos que se trata de la estructura social. La fuerza descomunal de esta mega estructura, derrota al individuo, y lo que es peor, corrompe su mente enseñándole a ser obediente frente a los mandatos de sus verdugos. En este escenario, el individuo sólo conoce una regla, un principio: sobrevivir. Una tarea eminentemente biológica.
El hombre de la calle no es un ciudadano, no es un sujeto político. Es, y esto es lo peor, un juguete al servicio de una clase que se alimenta de la ignorancia y de la debilidad de los individuos. Mientras más débil sea el individuo, más fuerte será la estructura social,
En nombre de esa ignorancia sempiterna, se juega con la conciencia de la gente, se burlan de la gente de manera criminal. Se orinan sobre las heridas abiertas del pueblo. Así, la ´República Dominicana es un infierno reconocida por los de fuera como el paraíso. leonel es reconocido en tierras extranjeras como el ángel del bien.
Tanto abuso es posible porque todavía una masa crítica de quisqueyanos valientes no ha levantado la frente para decir: ¡basta ya! Que suena algo parecido a ¡batalla!
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(*) El agregado femenino es nuestro.