La organización del pueblo para su autodefensa debe estar basada en el principio de solidaridad y ayuda mutua, no en la disciplina militar o policial. Cuando decimos combatir el aparato represivo nos referimos a combatirlo todo, sin importar que esté en manos de la burguesía o de partidos de izquierda. Porque lo que en esencia negamos es el principio de mando que encierra esta institución y su función criminal en pos de mantener el status quo de una estructura vertical llamada Estado, que como sistema jerarquizado de organización social y económica, es espacio fértil y generador de clases sociales, conllevando siempre con esto a desigualdades de todo tipo.
Basados en nuestro espíritu libertario nos oponemos a la existencia de gobiernos, patrones y fuerzas armadas, y creemos posible la realización de una sociedad sin estratos sociales ni opresión. Pero para tal fin, es necesaria la organización del pueblo desde el movimiento obrero y la construcción de una moral y una cultura que fortalezca la empatía, la fraternidad, el respeto, la solidaridad y el apoyo mutuo entre las personas. Solo así, construyendo una sociedad elevada intelectual y moralmente, es posible suplir en mejores condiciones las actuales formas de seguridad existentes que se basan en la disciplina, el control, la coacción, la represión, el asesinato, el castigo y todo lo más vil del ser humano, que convierte a las personas en lobos de otras personas.
Lo sucedido en Córdoba y otras provincias como la nuestra, con la
desaparición de la escena social de la policía por un paro de actividades totales, solo dejo visualizar lo que esconden o desvirtúan los medios de comunicación burgueses: una realidad claramente fragmentada en clases sociales antagónicas. En ausencia de la policía, quien por unas horas no cumplió la función de contener de forma directa o indirecta los descontentos populares causados por la pobreza, los sectores más humildes se lanzaran a los saqueos de los grandes centros de almacenamiento de alimento que son los supermercados en posesión de las clases empresariales. Mientras que el oportunismo de algunos ladrones y la confusión de la clase media, terminaría por generar un enfrentamiento directo entre distintos sectores de la sociedad.
Pero el pueblo, en su mayoría carente de un objetivo emancipativo y con un vacío ideológico sumado a una falta de unidad y solidaridad solo vivió estos momentos como un “todos contra todos” y nada más. Aun así, esto debe ayudarnos a elaborar una crítica social más profunda y no caer en el discurso que los medios de comunicación se han dedicado a lanzar a las masas en un nuevo intento de estigmatizar y criminalizar la pobreza.
Esto no fue una revuelta y muy lejos esta de ser una revolución, tampoco fue algo análogo al 2001. Pero si deja ver que en el pueblo existen necesidades muy claras y que hay mucha pobreza y hambre. Y que esta ola de saqueos en córdoba no fue producto de gente “mala” que busca el daño por el daño. Las causas de las explosiones sociales no residen ahí donde la televisión nos dice que pongamos la mirada. El origen de tanta rabia acumulada y necesidad, que a veces estalla sin estar si quiera bien canalizada, reside en la misma sociedad, en su
funcionamiento y estructuración económica y política.
La economía de mercado genera una sociedad dividida entre ricos y pobres, donde los primeros viven del esfuerzo de los segundos, y tienen lo que se les niega a estos últimos (es decir a los pobres). En ausencia de la policía, solo era de esperar un inminente enfrentamiento directo entre clases que en muchos casos solo comparten entre si el desprecio. Aun así, con todos los matices que se puedan considerar para la interpretación de los hechos, estos fueron enfrentamientos al fin y al cabo. Y lo característico de esto fue que aunque se dieran enfrentamientos entre clases sociales casi ninguna de ellas tenía conciencia de sí mismas, a excepción de los grupos más acaudalados que vieron peligrar sus ganancias y que conocen muy bien el lugar que siempre les toca jugar. Pero los sectores más humildes, aun carentes, en toda la región argentina, de una conciencia de clase bien formada y un posicionamiento ideológico, solo vivieron el momento como una oportunidad de obtener lo que se les refriega por televisión pero se les impide tener en la realidad concreta.
El hecho de que los pobres se lanzaran a saquear supermercados no se debe a un incumplimiento de las funciones represivas del estado, sino que eso solo fue el detonante de algo más profundo, y que se debe principalmente a la pobreza y las malas condiciones de vida a que es empujado el pueblo trabajador y los sectores más empobrecidos y marginados de la comunidad, por culpa de un sistema que nos explota,
embrutece, aliena, nos enfrenta entre nosotros y nos desinforma para desorientarnos, dificultándosenos de este modo ver a los verdaderos causantes de la miseria.
Por su parte, uno de los componentes del “Frente de Izquierda y de los Trabajadores” (FIT), el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS), en vez de instar al pueblo a formarse para construir una sociedad de libres e iguales, opta por fomentar la formación de lo que ellos llaman la “Policía Obrera”*, institución que será idéntica a la policía burguesa pero con distinto color. Esa es su solución al orden social. La construcción de un nuevo Estado vertical y la construcción de un nuevo aparato represivo al que le van dando forma sin esperar a tener el control del Estado en sus manos. Una vez más la izquierda con esto demuestra ser más de lo mismo que ya hemos conocido en el transcurso de la historia. Son lo mismo que aquellos que bajo el nombre de dictadores o demócratas siempre sostuvieron la necesidad de un poder centralizado, altamente militarizado y una ley de hierro para adoctrinar y disciplinar a las poblaciones bajo la domesticación de sus líderes políticos.
Mientras que otras tendencias de izquierda y sindicatos verticales
salían a defender como legítima la protesta policial. Confundiendo u
omitiendo el hecho de que la policía NO es parte del pueblo trabajador, sino que, esta y siempre estuvo del lado de las castas gobernantes y empresariales formando parte de los verdugos del pueblo. Reprimir, asesinar, encarcelar no es propio de un trabajador y un policía no tiene nada en común con el pueblo productor que hace funcionar la sociedad allí en sus pilares económicos más necesarios y útiles para todos.Con este motín, una falsedad queda al descubierto: no existe la profesionalización ni la democratización de las fuerzas represivas como garantía de paz social. La represión es, antes que nada, expresión del monopolio de la violencia del Estado, en una sociedad con privilegios de clase.
Nosotros, que buscamos un mundo más digno y libre, nos oponemos totalmente a cualquier policía y a cualquier forma de gobierno. La solución no está ahí. Como trabajadores estamos esclavizados por este sistema, pero aun así, solo somos eso: somos trabajadores que buscan su emancipación. No somos soldados, policías, políticos, dirigentes sindicales ni vanguardia. Queremos una sociedad de libres e iguales, no de policías, soldados, gobiernos, patrones, líderes ni matones. Y por lo mismo buscamos corresponder nuestras finalidades a nuestras acciones inmediatas. Buscando ser siempre consecuentes entre nuestros principios, medios y fines. Y como trabajadores nos organizamos para superar la actual condición a la que se nos condena. Es así que afirmamos: La seguridad, la autodefensa del pueblo y las acciones organizadas del pueblo en pos de la revolución y su emancipación serán obra de los mismos trabajadores organizados en base a la solidaridad y el apoyo mutuo, no nos regimos por el principio de obediencia militar, ni lo hemos hecho ni lo haremos.
Mostramos total rechazo a cualquier forma de solidaridad ante una institución funcional a un sistema de opresión y explotación como lo es la policía y que tantos crímenes han llevado y llevan a cabo sobre el pueblo productor. Tampoco criminalizamos la pobreza ni estigmatizamos a grupos sociales como algunos grupos de derecha e izquierda que se hacen llamar “populares” mientras fomentan la formación de policías “obreros” o grupos auto-convocados de choque para combatir lo que ellos denominan de forma peyorativa: “los grupos de lúmpenes”. Es decir discriminando a las clases sociales más marginadas y empobrecidas empujadas por el mismo sistema a la indigencia o la desocupación solo se logra dividir más al pueblo. Por lo mismo nos oponemos a cualquier forma de jerarquización social, ya sea que, esos intentos de verticalismo social vengan desde la burguesía o desde supuestos grupos de izquierda. Nuestra posición es clara: No apoyamos ninguna división social dada por el nivel cultural o de pobreza de las personas. Sí queremos: La más amplia formación cultural e ideológica del pueblo desde las organizaciones obreras con fines emancipativos.
Para evitar futuros enfrentamientos entre el pueblo trabajador y para seguir combatiendo la explotación político-empresarial fortalezcamos las organizaciones obreras antiautoritarias, fortalezcamos nuestras mentes contra el poder que nos oprime. A donde vayamos siempre nuestra propuesta organizativa partirá desde la solidaridad y la igualdad. Vamos por la construcción de la sociedad que queremos: una sociedad sin opresores ni divisiones sociales, donde a nadie se le prohíba el pan y la libertad.
NI GUERRAS ENTRE PUEBLOS NI PAZ ENTRE CLASES.
Seretaría de Prensa
Federación Obrera Regional Argentina (FORA-AIT) Diciembre de 2013