Félix Rodrigo Mora -Entrevista Ética y revolución en lugar de alcohol y degradación –

Hoy el 25% de las y los jóvenes son “bebedores excesivos”, y mueren cada año más de 20.000 personas por esa causa. Una función medular en la promoción del vicio de la bebida la ha desempeñado y desempeña la izquierda institucional y la progresía, así como sus terminales orgánicas del falso radicalismo de porro-y-cerveza.

Lo hacen porque el alcoholismo es un procedimiento expeditivo para promover el conformismo social, romper la convivencia, impedir la acción transformadora y hundir a cada uno-una en la impotencia y soledad del libar, expeler y destruirse espiritualmente. No, emborracharse no es divertido, no es anti-sistema, no es revolucionario: es justamente lo que el poder dictatorial en curso desea que hagamos cada uno y cada una, para que seamos los neo-siervos perfectos. De todo esto hemos hablado con su autor.

¿Son los abstemios revolucionarios?
Los abstemios pueden tener diversos idearios políticos, en tanto que individuos, pero las y los revolucionarios es conveniente que sean abstemios, o como mucho, bebedores moderados y autocontenidos. No es posible que sean propensos a las borracheras, o meramente al consumo excesivo de alcohol, como vemos en tantas ocasiones. Por mi parte no soy abstemio, sólo bebedor autocontenido, a la manera de la sociedad rural tradicional, pero admiro muchísimo a las y los abstemios, y me agradaría que su número se incrementara en flecha.

Según comentas, el Estado parece, en última instancia, el gran expendedor de drogas, ¿es esto así?
Sí, para la fase actual, drogas y Estado forman un par inseparable, o mejor dicho, un trío: drogas, Estado e izquierdismo.

¿A cada edad un tipo de droga? Esta parece que es la receta de nuestra sociedad de consumo, ¿es así?
La acción del ente estatal a favor de las drogas se ha hecho muy especializada y sofisticada, de las legales tanto como de las “ilegales”. Véase el caso de los psicofármacos, droga dirigida específicamente al Publico femenino, que ha llegado a ser un instrumento del régimen neo-patriarcal actual, junto con el Ministerio de Igualdad, el victimismo y la Ley de Violencia de Género.

¿Por qué crees que el Estado mantiene el alcohol como droga legal siendo mucho más letal que otras consideradas ilegales?
El alcohol, para el caso de lo que se conoce como “España”, se ha hecho una droga de masas a partir de 1965-85 por la acción combinada del fascismo de Franco, el parlamentarismo, el PSOE y la progresía izuierdista. Antes no era un problema social, había muy pocos alcohólicos y alcohólicas. Hoy mata a mucha gente, pero es que el par Estado-capital necesita matar y matar, con el alcohol y con las drogas “ilegales”, para quitar de en medio a posibles oponentes.

En esta construcción de sociedad dopada no sólo aparecen drogas en el sentido cotidiano del término. ¿Nos podrías describir los elementos que constituyen esos otros mecanismos de dopaje que están, según tú, en el cine neofranquista de Almodóvar y en la literatura de retrete de Almudena Grandes, Elvira Lindo y demás intelectuales de consumo?
Esos estetócratas ganan al año millones de euros corrompiendo las conciencias. La literatura (subliteratura mejor) de retrete se llama así porque sacraliza la borrachera, y hace de sus personajes seres ultra-de-
gradados que destinan su tiempo a beber y vomitar, de ahí lo de retrete, actividad horrible que es presentada como “antisistema”.

¿Por qué crees que sigue teniendo tanta fuerza la idea de que ese cine y esa literatura es de izquierdas?
En efecto, esa literatura es de izquierda, pero la izquierda, el PSOE, IU y la izquierda radical son hoy la fuerza política que mejor gestiona los intereses estratégicos del capital y del Estado, de ahí que se haya visto implicada en la alcoholización y drogadicción general, como fuerza inductora número uno.

¿Qué celebra la izquierda en las drogas más allá de la embriaguez?
Busca el paraíso, la utopía. Dado que su mentalidad es religiosa, no puede vivir sin narcóticos. Las religiones son drogas espirituales, y las drogas expresiones materializadas del espíritu religioso. Por ello hay que criticar
la mentalidad utópica, de huida de la realidad, que crea personalidades débiles que son carne de cañón de todos los traficantes, sean clérigos o camellos. Por eso mismo me opongo con vigor al utopismo social en mi libro “Crisis y utopía en el siglo XXI”: necesitamos la revolución, no ensoñaciones idiotizantes de sociedades perfectas, meros paraísos celestiales realizados sobre la tierra. Hay que aprender a mirar de frente la durísima realidad, admitir con valentía el sufrimiento implícito en el acto de vivir y luchar, y mandar a paseo al alcohol y a las drogas, materiales y espirituales, así como al fundamento ideológico de su consumo, el hedonismo, epicureísmo y felicismo.

Las campañas estatales contra las drogas tienen una cara bien cínica, ¿no crees? ¿Qué pasaría con el sistema fiscal si la gente dejara de fumar y de tomar alcohol?
El Estado siempre es perverso, maquiavélico. Por un lado, incita de mil modos a consumir productos narcóticos, y para lavarse la cara de vez en cuando lanza alguna campaña de mercadotecnia barata. Véase lo que está haciendo con el tabaco, que es monopolio suyo desde el siglo XVII, la droga quizá que más personas mata de todas. El Estado se financia, en buena medida, con las drogas legales, a la vez que estimula y promueve las “ilegales”, que están por todas partes, lo que denuncia la falta de voluntad del ente estatal para liquidar su distribución. En efecto, están ahí porque él lo permite y estimula. Si hubiera una caída fuerte del consumo de alcohol, tabaco y psicofarmácos los ingresos fiscales del este estatal lo notarían, o sea, que es una meta excelente.

¿Qué opinión te merecen los hábitos alimenticios que están promoviendo las grandes multinacionales del sector (MacDonald’s, Nestlé, Panrico, Coca-Cola, etc.). Representan otra fuente de toxicomanías?
Tales hábitos están dentro del programa estratégico del sistema de dominación, que busca la destrucción de la esencia concreta humana, la reducción del individuo a mera piltrafa, en lo físico tan como en lo espiritual. Todo ello es muy negativo, pero aún lo es más la devastación
de las facultades espirituales del ser humana, la inteligencia, la voluntad, la sensibilidad y la sociabilidad. Así, enfermos del cuerpo tanto como de la mente, nos hacemos inhábiles para resistir a la dictadura del par Estado-capital. Frente a todo ello tenemos que levantar un proyecto para la construcción del sujeto, por sí y como elemento agente del proceso revolucionario que debemos llevar hasta la destrucción completa del ente esta tal y el capitalismo. La construcción del sujeto, en lo corporal y espiritual es, en esa dirección, decisivo.

¿Hemos sido derrotados por las mercancías? ¿Hay alternativas?
Ríe mejor quien ríe el último. Si, la lucha sin final, la lucha siempre, para auto-construirnos como seres humanos a través del esfuerzo y servicio
desinteresados.

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