EL TESTIMONIO DE UNA VICTIMA A LA QUE LE HABÍAN DICHO QUE TRABAJARIA COMO NIÑERA.-Mar del Plata-Argentina- 21-02-10

En los expedientes que formó la Justicia Federal de Mar del Plata sobre trata de personas hay testimonios estremecedores de las víctimas. El que sigue es uno de ellos (la identidad de la declarante se resguarda por indicación judicial):

“Vivía con mi mamá y mis cuatro hermanitos y me enteré de que una mujer andaba buscando chicas paraguayas para traer a la Argentina, para cuidar a su hija. Hablé con ella y me prometió que trabajaría como niñera, que iba a vivir en su casa y me pagaría 1.000 pesos por mes”.

“Le dijo a mi mamá que además yo le iba a poder mandar plata, y a la otra noche tomamos un micro de mi pueblo hasta Asunción. Después otro micro a Retiro. Ella pagó todo, la comida, los pasajes. Mis documentos siempre los tenía ella, sólo me los dio cuando pasamos la frontera. Después me los volvió a quitar. Cuando llegamos a Retiro nos fue a buscar un hombre alto, que nos llevó en su auto”.

“Yo no sabía adónde íbamos. Viajamos hasta que llegamos a una casita. Escuché música fuerte y supe que no era una casa de familia”.

“A la mañana siguiente, la señora nos reunió a mí y a otra chica y nos dijo cuánto valían las bebidas y cuánto un pase. Como yo no sabía qué era un pase, pregunté, y ella me dijo: no se dan cuenta de que están en un quilombo. Le dije que yo no me iba a quedar y ella me dijo que me guste o no iba a trabajar, porque para eso estaba ahí. Los pases era tener relaciones con clientes en la habitación. Después nos explicó las reglas: la media hora 100 pesos y los 15 minutos 80 pesos”.

“Supuestamente me correspondía el 50 por ciento, pero nunca nos daba nada. Sólo una vez le giró 300 pesos a mi mamá, y nos daba 10 pesos por día para que comiéramos, entonces íbamos a un almacén que estaba cerca. Teníamos 10 minutos. Si nos pasábamos, nos ponía una multa de 300 pesos”.

“En la casa había otras chicas paraguayas, una chica de Brasil y una encargada, que era la que anotaba en un cuaderno lo que pagaban los clientes y nos daba anticonceptivos y profilácticos. Nos daban polleras cortas, ropa transparente y botas de caña alta hasta la rodilla. Yo no la quería esa ropa”.

“Trabajaba los siete días de la semana de once de la noche a cinco de la mañana, y generaba 3.000 pesos. Me decían que me correspondía la mitad, pero no me dieron nada”.

“A mi mamá le mentía para no preocuparla y no le decía dónde estaba. Un día no aguanté más y decidí irme, pero no tenía plata ni documentos, porque me los habían sacado, y cuando dije que me quería ir, me dijeron que no me dejarían porque les hacía ganar plata, y además que no me darían mis documentos porque les debía plata”.

“Un día otras chicas discutieron con la dueña por lo mismo, se querían ir y pedían la plata que no les habían pagado. Entonces se fueron y volvieron con la Policía. Pero la Policía ya había ido tres o cuatro veces. Iban y nos preguntaban si estábamos a gusto, si estábamos bien, y después nos hacían firmar un papel. Nosotras decíamos todo que sí, porque ella nos tenía amenazadas, nos decía que nos acordáramos que no estábamos en nuestro país y que nos podía tirar en una zanja, matarnos o meternos presas”.

“Un día, a la tarde, nos escapamos con otra de las chicas, nos tomamos un colectivo y nos fuimos a Buenos Aires. Antes fuimos a la comisaría a hacer la denuncia. Pero no nos tomaron la denuncia, nos dijeron que teníamos que ir con un abogado. Yo sólo pude hacer una declaración diciendo que había perdido mi documentos.

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