Después de una intolerable demora, finalmente la Cámara Nacional de Casación Penal dio a conocer su odioso fallo. Por el mismo, el luchador popular Roberto Martino, que ya ha cumplido más de un mes de huelga de hambre, deberá continuar detenido en la cárcel de Marcos Paz acusado a través de un fabuloso montaje de un supuesto delito, que incluso en caso de que fuera cierto sería excarcelable según las leyes argentinas vigentes.
La verdad de lo ocurrido es muy simple, otra vez el Sionismo, a través de sus delegados locales de la DAIA, la AMIA y la Organización Sionista Argentina, han demostrado quiénes realmente mandan en Argentina. A través de continuas presiones, visitas constantes de los abogados y dirigentes de esas organizaciones a los Tribunales, sumado a conversaciones bilaterales con quienes después decidirían la suerte de Martino, generaron un clima asfixiante que determinó esta nefasta resolución de la Cámara. Lo lograron, de la misma manera que el Sionismo obtiene todos sus apabullantes “éxitos” internacionales: con total impunidad, burlándose de las instituciones locales o de las resoluciones de foros como la ONU o entidades similares.
El Sionismo sabe cuán débiles son los gobiernos, sus ministros, funcionarios del Sistema Legislativo o Judicial. Sabe cuándo y cómo manipular a la gran mayoría de los medios de comunicación para que escriban, emitan o televisen sus posiciones frente a tal o cual tema. Pruebas al canto, la reacción que provocó en ese poderoso enclave racista y belicista que desde hace más de 50 años ocupa y atormenta al pueblo palestino, el reciente reconocimiento producido por el Gobierno argentino de Palestina como Estado libre e independiente. No había terminado de darse a conocer la noticia cuando la Embajada sionista local ya manifestaba su “indignación y descontento”, y a las pocas horas se sumaba en esta actitud de franco intervencionismo, la Cancillería israelí.
Pero volviendo al denominado “caso Martino”. Resulta francamente repudiable que debido a estas presiones externas, un militante social y político reconocido por su trabajo incansable por los más humildes de este país, y también por sus claras y solidarias posiciones internacionalistas, tenga que convertirse en un preso político a consecuencia de una actitud revanchista y reaccionaria demostrada por el concubinato del aparato judicial y el sionismo. En un país donde varios y peligrosos genocidas esperan sus juicios en amenazante libertad, o como es el caso del corruptor de menores y pederasta cura Grassi, aprovechan para pasear su impunidad con total desparpajo, donde delincuentes financieros son protegidos desde el poder para que no pisen ni una mísera comisaría, un rebelde con causa como Roberto Martino, se juega la vida en una prolongada huelga de hambre mientras todos los poderes, el Ejecutivo, Legislativo y Judicial, miran para otro lado o directamente le bajan el pulgar condenatorio de antemano.
Da vergüenza que esto ocurra a pocos días de haberse recordado la lucha internacional por los derechos humanos. Más allá de los megaconciertos de rock y de las declaraciones oficiales rimbombantes, en este país se vienen produciendo graves violaciones de esos derechos, como es el asesinato de Mariano Ferreyra por patotas ligadas a la burocracia sindical, o la masacre producida por la policía a los indígenas Qom en Formosa, o los cuatro muertos de Soldati producto del accionar de policías federales, metropolitanos y patotas armadas ligadas a Mauricio Macri. La pelea por la libertad de Martino y el fallo de Casación se inscribe también en ese proceso de involución. Otra vez faltó voluntad política para quebrar las presiones externas que han terminado condenando de antemano a un militante al que le sobra ética, compromiso de lucha y espíritu de solidaridad internacionalista para no arriar la bandera de sus principios revolucionarios.
Reitero lo dicho en dos artículos anteriores: Roberto Martino no está solo en esta puja desigual. Lo acompañan sus hermanos piqueteros y también miles de voluntades expresadas en cada corte de ruta reivindicativo de su libertad, y en la expresión solidaria de organizaciones y personalidades del campo popular, que no cejaremos de exigir que se termine con esta dolorosa persecución.