Nosotros admitimos ciertamente la división del trabajo y apreciamos las ventajas; pero conocemos también los daños y los peligros. La división del trabajo ha sido una dentro de las causas de la sumisión de las masas al dominio de las castas privilegiadas. Y con el principio de la división del trabajo se puede tentar la justificación de todas las monstruosidades sociales: división entre trabajo mental y trabajo manual, división entre trabajo de dirección y aquel de ejecución, división entre trabajo de producción y aquel de defensa de los productores… que después se reasumen y se concretan en la división entre el trabajo de comer y aquel de comer y aquel de producir, entre el trabajo de golpear y aquel de hacerse golpear. Menemio Agrippa conocía ya este argumento.
Nosotros creemos que carácter esencial, no solo del anarquismo sino del socialismo en genere sea el querer que ciertas funciones deban pertenecer indistintamente a todos los miembros de la sociedad, a pesar de las ventajas técnicas que podrían ser en confiarlas a una clase especial. Se divida también el trabajo hasta que se pueda, para aumentar la producción y facilitar el funcionamiento de la vida social: pero se salven sobre todo la integridad del desarrollo y la igualdad de todos los individuos.