La Sala II de la Cámara de Casación de la Provincia de Buenos Aires confirmó la sentencia de primera instancia condenando al cura Grassi a 15 años de prisión por los delitos de abuso sexual y corrupción agravada de menores. Al mismo tiempo, en otra causa sobre un hogar dependiente de la Fundación Felices los Niños, una jueza también se pronunciaba reconociendo los abusos cometidos en esa institución. Todo parece indicar que se va avanzando en la credibilidad de los testimonios de las víctimas.
No obstante, sigue imperando en la Justicia la idea de que el derecho de abusadores sexuales condenados les permite la eximición de prisión hasta que la sentencia esté firme cuando se expida la Corte Suprema, norma procesal que los jueces tienen el poder de limitar según su criterio, basándose ya sea en la peligrosidad del acusado-condenado, o en la posibilidad de fuga.
No nos cansaremos de afirmar que todas las investigaciones científicas sobre el tema muestran el alto índice, casi total, de reincidencia en los perpetradores de estos delitos. Y la revictimización causada en los jóvenes que los padecieron, al ver libres a sus victimarios.
En este caso, por si esto fuera poco, Grassi, entrevistado en todos los medios a minutos de conocerse la sentencia, no deja de insistir en su inocencia por mas que seis jueces hasta ahora piensen lo contrario y en descalificarlos diciendo que “han sido presionados y no se atrevieron a absolver”.
Si este desconocimiento público de la Ley y el agravio al Tribunal que lo condena, no alcanza para mostrar que al cura poco le importa el cumplimiento de las leyes, no logramos entender qué mas se necesita para enviarlo de una vez a prisión. Solo entonces sus víctimas y quienes han luchado a lo largo de ocho años por defenderlas, podrán descansar con la tranquilidad de haberse hecho justicia.
Reiteramos lo dicho en nuestra anterior declaración:
Señores Jueces:ustedes lo saben y pueden actuar en consecuencia. Toda la sociedad los está mirando Grassi debe estar en la cárcel.