Se estima que 400.000 argentinas son víctimas de la trata de personas, el 95% de las cuales son obligadas a prostituirse. Cada mujer en esa situación genera un promedio de 1.000 dólares mensuales, mientras el valor de compra de una mujer dentro de las redes de trata oscila entre los 100 y los 5.000 pesos, según su aspecto y su edad. La cifra de víctimas de trata se eleva a 4 millones en todo el mundo, donde el negocio de la prostitución mueve anualmente 32.000 millones de dólares. Estos son algunos de los datos provenientes de organismos como Unicef y la Policía Federal que enumera Luciano Fabbri, del Colectivo de Varones Antipatriarcales, antes de describir la nueva campaña que impulsa el grupo: una campaña para poner en debate el rol del cliente dentro del mundo de la prostitución y su vínculo con las desigualdades de género.
En el marco de esa iniciativa, ya se llevó a cabo el primero de los talleres destinados a debatir entre varones el consumo de prostitución. De ese debate, que se llevó a cabo en el Centro Cultural Olga Vázquez de nuestra ciudad la última semana, participaron quince hombres, algunos de los cuales reconocieron haber pagado en algún momento de sus vidas por tener sexo.
“Una de las conclusiones a las que se llegó es que la prostitución está naturalizada en nuestra sociedad, e incluso es considerada en algunos casos por los varones como un ritual de iniciación. Cuando el tema se pone en debate y se discute socialmente, lo que se suele analizar es el rol del Estado o la situación de la trabajadora sexual. Pero la parte del cliente en esta cadena está invisibilizada. Lo que nosotros queremos es hacerla visible, crear conciencia y discutirla”, dice Fabbri.
La discusión de este tema en particular llegó a partir de los tópicos que habitualmente aborda el Colectivo, creado para poner en debate a la masculinidad desde la óptica del varón. Una iniciativa destinada a combatir las desigualdades de género y sus consecuencias más graves, tales como la violencia contra la mujer.
En ese marco, los integrantes del colectivo entienden que “la prostitución es una forma de violencia contra la mujer, simbólica, sexual y económica”.
INCOMODIDAD
Los integrantes del colectivo decidieron sacar el debate del taller e instalarlo en sus grupos de amigos. Y lo que se generó en todos los casos fue una situación de incomodidad.
Lo primero que aparecen son los argumentos autojustificatorios, indican. Entre ellos es muy común que el varón que reconoce ser o haber sido cliente de prostitutas diga que estuvo con mujeres que eligieron ser trabajadoras sexuales y que no están forzadas a serlo.
“Lo que nosotros decimos es que no es fácil asegurar eso cuando está demostrado que detrás de muchas trabajadoras sexuales, aunque no estén esclavizadas, hay historias plagadas de violencias, abusos, marginalidad y dificultades para acceder al mercado de trabajo”, dice Fabbri.
Otra actitud frecuente entre los varones al analizar su rol como clientes frente a la prostitución es la de no preguntarse nada, dicen los integrantes del Colectivo.
En tal sentido, afirman que “del taller surgió que una actitud válida es preguntarse qué historia hay detrás de esa mujer que está cobrando por ofrecer servicios sexuales. Es una forma de ser concientes del rol que como varón se tiene ante esa situación. Y del impacto de ese rol sobre la demanda de ese tipo de servicios”.
Los integrantes del Colectivo indican que los talleres son el primer paso de una campaña dirigida a los clientes que contempla afiches callejeros, presencia en Internet e intervenciones callejeras y que planean lanzar en el mes de junio con el apoyo de otras organizaciones sociales.
La masculinidad, en debate
El Colectivo de Varones Antipatriarcales nació en La Plata en el 2009 con el objeto de poner en debate el modelo hegemónico de masculinidad.
La particularidad es que ese debate lo mantienen entre varones con la idea de obtener una perspectiva distinta las primeras en cuestionar ese modelo habían sido las mujeres y contribuir así a combatir la desigualdad entre los géneros y algunas de sus consecuencias más graves, como la violencia contra la mujer.
Los varones antipatriarcales plantean que hay distintos tipos de masculinidad, la mayor parte de ellos invisibilizados por el modelo hegemónico.
Y plantean que, si bien la sociedad ya ha incorporado al debate cuestiones como la violencia de género, “es necesario hilar más fino y plantear otros temas como el uso del tiempo en la mujer y en la mujer y el hombre”, proponiendo, en consecuencia, que los varones contribuyan en las tareas domésticas.