El CPEM Nº 69 es un colegio secundario ubicado, por aquellos caprichos de la burocracia, en el oeste capitalino. De manera caprichosa, también, aunque no burocrática, se halla muy fuertemente identificado con el compañero Carlos Fuentealba.
Quizás se deba explicar que al momento de su asesinato en Arroyito, Carlos trabajaba en otras escuelas, pero quienes compartimos con él las jornadas de trabajo dentro del CPEM Nº 69, considerábamos de manera porfiada que este colegio debía llevar su nombre, como homenaje, ante la urgente necesidad –al menos esa era la idea– de establecer allí mismo una marca colectiva, una configuración en construcción que emerge aquí y allá, en la cuenca XV y en Arroyito; en múltiples lugares.
El lugar, la escuela, es el espacio donde el hecho acontecido en Arroyito adviene y se configura, se siente, duele y nos fortalece. Es que, de manera urgente, la memoria requiere de lugares: el CPEM Nº 69, Arroyito y ciento de otros. Lenguaje infinito entre tiempo y espacio, coordenadas en donde la memoria existe, se expresa, emociona hasta el hartazgo.
La mañana de este sábado 4 de septiembre, fue una mañana fría pero eso no intimidó a ninguno de los que de un modo u otro nos acercamos al lugar de la convocatoria. Estábamos quienes sentimos que no podíamos faltar, lejos de grandilocuencias, de vanidades e hipocresías. Había que estar y no podíamos faltar. Los presentes nos mirábamos y estábamos casi los mismos de siempre. La memoria, como construcción de sentidos en la contingencia, obliga siempre. La escuela se llama Carlos Fuentealba y lo decimos con mucho orgullo, nombre con el cual se invistió justamente un 4 de septiembre, hace de esto ya tres años.
Mientras se recorre la escuela, se encontraran murales en sus paredes que hacen alusión a la identidad de los alumnos con el establecimiento, con el lugar y también con sus proyectos de vida. Hay uno que me resulta conocido, y que aún hoy su frase me impacta y conmueve; “No te des por vencido ni aún vencido”. Conocí a esa promoción de alumnos del turno vespertino, y la verdad es que me gustaría saber que ha sido de vuestras vidas. No lo sé y me gustaría. Ellos, quizás de algún modo u otro, también estuvieron allí. Cuando sus miradas, sus caras y sus nombres se tornen borrosos y confusos, esa frase seguirá allí, clara e imborrable.
Hubo una excusa, una idea y una razón por lo cual nos juntamos este sábado 4 de septiembre en la Cuenca 15. No hubo ni monumento ni nada faraónico, pero si mucho trabajo de parte de dos entrañables compañeros de Carlos: César y Martín, nuestros compañeros auxiliares de servicio, protagonistas y hacedores de lo que allí se hizo al pie de la barda. Se plantó un aromo, un ciruelo y un limonero en una pequeña superficie en el frente del colegio, dedicada a la Memoria, a la Verdad y la Justicia. Una parcela y tres árboles como para que quede bien en claro que no olvidamos, y que reivindicamos todo lo que hemos hecho como organización sindical a lo largo de 28 años de existencia, dijo una oradora.
Con alegría inauguramos ese espacio “contra la impunidad”, asumiendo una vez más el compromiso de luchar hasta que los responsables ideológicos y políticos del asesinato de Carlos terminen en la cárcel. Estábamos allí quienes quisimos estar y no hay nada que reprochar. Eso sí, seguimos exigiendo Justicia. Exigimos al poder judicial de la provincia más celeridad en su trabajo. Más juicios y más condena. Una justicia que hasta el momento solo ha condenado a Poblete. “¡Queremos más Justicia! Justicia completa”, dice por enésima vez Sandra Rodríguez, la compañera de Carlos.
Los invitamos a conocer el Cpem 69 “Carlos Fuentealba”, en el oeste capitalino, en la cuenca XV. En medio de los escenarios y los lugares de exclusión social y múltiples pobrezas. Ayúdennos a no olvidar y a derrotar la desmemoria. Esos árboles allí plantados en el frente del colegio, serán el testimonio imborrable de que la vida empuja más que la muerte. Parafraseando a Pérez Esquivel; “Para no olvidar tenemos la obligación de recordar permanentemente lo que pasamos”. ¡Siempre!
(*)Asociación Trabajadores/as de la Educación Neuquén-Argentina-
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Texto: Hugo Alvarez
Edición y compaginación: Fernando Barraza
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