Misoginia farmacéutica o cómo cuestionar el deseo.

Por: Alba Pez.

– Doctor, tengo 60 años, me paso el día limpiando la casa, haciendo la comida, recogiendo… y cuando llega mi marido gordo y calvo de haberse pasado todo el día en el bar quiere sexo, pero a mí no me excita nada. ¿Debería dejarle?
– Déjese de tonterías, señora, tome una receta de viagra femenina.

Cuando era adolescente padecía lo que clínicamente se conoce como dismenorrea. Era venirme la regla y llegar a desmayarme del dolor. En un momento de locura pensé que pasarme 7 días al mes muriendo y casi sin poder salir de la cama (e incluso tener que faltar a clase) no era ni medio normal, así que se lo comenté a mi médico de cabecera. Su respuesta fue recetarme una pastilla para el dolor, y a casa. Yo estaba loca, porque lo que me pasaba era perfectamente normal. Era una verdad científica incuestionable. Mujer y sufrimiento iban unidos.

Más de diez años después me he levantado con la noticia de que en septiembre se empezará a comercializar el “viagra” femenino. He leído la noticia con estupor. ¿Viagra femenina? ¿Pero qué mierdas es esto?, me he dicho mientras desayunaba. Resulta que este nuevo “medicamento” pretende acabar con la falta de deseo sexual en las mujeres.

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