Pregunta.- ¿Qué significa para ti el concepto de maternidad subversiva?
Respuesta.- Una maternidad subversiva es aquella que cuestiona el embarazo, el parto y la crianza en nuestra sociedad. También el aborto, voluntario o espontáneo (pérdida involuntaria del embarazo). Tenemos por una parte el tabú de la maternidad como estadio sexual del cuerpo. Hay mujeres que se corren al dar a luz. He tenido la suerte de estar en talleres de parto orgásmico en Canadá y también existe un documental en EEUU sobre el tema. He conocido a varias mujeres que disfrutaron de un parto orgásmico ellas mismas. También es posible tener orgasmos con la lactancia materna. Y el embarazo es, para una gran mayoría de mujeres, una época de sus vidas fuertemente sexual. Yo quiero pelear contra esa desexualización de la maternidad, porque me parece que es la única manera de empoderarnos. Me parece subversivo hacerlo y es cargarse un sistema patriarcal que nos desposee de nuestros propios cuerpos y de nuestro placer. Por otra parte hay que tener en cuenta el factor económico en todo lo relativo a la maternidad, como muy bien señala la feminista sevillana Alicia Murillo: “La maternidad en este país es un sistema legal de esclavitud. Las madres y cuidadoras queremos cotizar y cobrar, porque nuestro esfuerzo constituye, por ejemplo en Andalucía, mucho más del 30% del PIB. Eso es maternidad subversiva.”
P.- ¿Cuál es tu opinión sobre cómo se trata el embarazo y el parto en el sistema biomédico?
R.- Se llama violencia obstétrica. La medicina actual infantiliza a las mujeres, en los hospitales de nuestro país se realizan de forma habitual prácticas que están prohibidas por la Organización Mundial de la Salud, como la maniobra de Kristeller. El número de cesáreas es también demasiado alto, y la OMS ha avisado varias veces a España de ello. El parto es medicalizado al extremo de forma que se empieza con la inducción, se sigue con la oxitocina, epidural, Kristeller… y ventosa o fórceps si no acabas en cesárea.
P.- ¿Por qué la maternidad puede ser una forma de posicionamiento o de lucha política?
R.- Para mí la pregunta más bien sería: ¿cómo no va a serlo? La maternidad es un campo en el que hemos sido y seguimos siendo, esclavizadas, maltratadas y abusadas. Urge reapropiarnos de nuestros partos, de nuestro placer y nuestra sexualidad.
P.- La sexualidad, el embarazo, el parto y la maternidad son algo estrechamente conectados ¿por qué crees que el sistema se empeña tanto en separarlos?
R.- Porque el sexo es todavía un gran tabú. Recuerdo a una amiga comadrona que me contaba como en el hospital, cuando las mujeres aullaban en el parto, los médico se iban poniendo más y más técnicos (“dilatación de x centímetros”, “se observa un tono rosáceo en la zona x“…). Estaban muertos de la vergüenza e incapaces de asumir que esos gritos eran gritos sexuales. Hay una fuerte desconexión con el útero, que es una fuente de placer y vida. Esté en el cuerpo de una mujer o en el de un hombre… (creo que debemos tener en cuenta también la maternidades transexuales). Esa desconexión con nuestros úteros es la base del sistema patriarcal.
P.- ¿Por qué hay tan poca reflexión en torno a la maternidad en los espacios militantes y alternativos?
R.- ¡Porque sigue siendo un tabú también en esos espacios! Como lo era la pornografía hace unos años, aunque en este caso las cosas han cambiado con el postporno.
P.- ¿Qué opciones hay hoy en día si no se quiere criar y parir a un hijo siguiendo los dictados del sistema?
R.- Parir en casa es una opción, aunque en este país es carísimo. En países como Holanda el estado te pone una comadrona en casa y si quieres parir en el hospital sin que haya una razón médica para ello, te lo tienes que pagar tú. Por supuesto es el país con los mejores índices de partos llegados a buen término. En países como Reino Unido, puedes optar tanto a parir en el hospital como en casa, y ambos están cubiertos por la seguridad social. Durante el embarazo es muy importante también huir de una serie de pruebas innecesarias e invasivas, ya que existen opciones más respetuosas con nuestros cuerpos. Como por ejemplo la prueba del azúcar, que puede solucionarse con un pinchazo en el dedo en lugar de tragarte medio kilo de azúcar. O las alternativas a la amniocentésis, que tiene un riesgo de aborto del 1%, como el análisis de sangre (se realiza en laboratorio privado) o la ecografía morfológica. ¡A nivel de crianza es muy difícil! En los días, semanas y yo diría que hasta meses si estás haciendo lactancia materna, la mujer está drogada de hormonas hasta arriba y vive un estado extásico total. Claro, si se tiene que ocupar del mundo material, sale pronto del globazo. En esta cultura se pretende que funcionemos como si aquí no hubieses pasado nada, como si el niño lo hubiese traído la cigüeña. Hay muy poco respeto al cuerpo de la mujer.
L. Martínez
Ilustración: Joan Turu