TRATO DISCRIMINATORIO EN HOSPITAL CORDOBES HACIA TRANS, AGRAVA SUESTADO DE SALUD

Una compañera trans llamada Aime fue intervenida por tercera vez, después de dos malas praxis medicas. Lo que surgió como una verruga en el ano, devino en ulcera, hoy colgajo.

Recientemente se le practico una reconstrucción anal, en un recorrido que lleva ya ocho años de dolencia y padecimientos.

Nuestra compañera como la mayoría de las trans subsistimos de la prostitución de nuestro cuerpo, ya que tenemos negado el acceso al sistema laboral formal por nuestra identidad genérica no heteronormada. Su actividad hoy se ve interrumpida dado su estado postoperatorio. Carece de formas para cubrir sus necesidades básicas, con la salvedad de la solidaridad de quienes la queremos y apreciamos sus valores y su activa participación en la lucha contra la discriminación y la construcción de una sociedad equitativa, respetuosa y justa.

La discriminación imperante en las instituciones publicas y el personal de la salud, le hace padecer hoy por estar doliente, por ser trans y por pobre.

Es cotidiano que las personas trans recibamos maltrato institucional y social, dado que no respondemos a los mandatos identitario de esta sociedad heteropatriarcal y capitalista.

Postergamos por esta razón nuestra salud para no soportar la violencia cuando nos trasladamos a hospitales y dentro de los mismos. Llegando en instancias de urgencias con cuadros muchas veces irreversibles y dolores desgarradores. Todo para no soportar la tortura psicofísica en cada paso y a cada instante.

Estas situaciones llevan a Aime a ser violentada de múltiples formas en el Hospital Nacional de Clínicas de esta ciudad de Córdoba.

Desde el día que la intervinieron quirúrgicamente paso cuatro días internada sin revisación, ni curación. El personal medico y las enfermeras se resisten al cuidado y al contacto físico. Solo ante la queja desesperada de la compañera una de las enfermeras la curo antes de darle el alta. El alta fue dado antes de tiempo para no tenerla en el hospital, obviamente desato en su cuerpo picos de fiebre de 40°. Tras la negación de analgésicos y antiinflamatorios atraviesa dolores desgarradores. No puede estar parada, ni sentada, solo se retorcía de costado.

Vuelve al hospital por guardia y retoma la sesión de maltratos y violencias, mientras espera desde las 18hs. hasta las 03hs. de la madrugada que consigue ser internada. En medio de un verdadero trato denigrante, frente a varixs que estábamos allí intentando amainar la situación.

Una vez internada, sin dinero alguno, tuvo que reclamar insistentemente para acceder a la comida que proporciona el hospital. Accedió solo a la cena del dia siguiente. Le negaron desayuno, almuerzo y merienda.

Se negaron a suministrarle la dosis necesaria de calmantes. Por lo que el dolor continuo.

Le niegan los apositos que necesita cambiarse cada vez que va al baño para preservar su herida ya supurante. Va alrededor de diez veces al baño dada la diarrea provocada por la saturación de su hígado ante los antibióticos.

El medico que la intervino no fue a revisarla en medio de semejante complicación postoperatoria.

Los baños del hospital se encuentran deplorablemente sucios, lo cual la expone a contraer nuevas infecciones.

Ella tiene la obra social P.A.M.I. que le cubre todos los materiales que necesita, por lo que no se explica la negación de las enfermeras, que aparte no quieren que permanezca en una sala común, por lo que le dan compulsiva y prematuramente de alta. La mayoría de las personas trans somos internadas en salas de enfermedades infecciosas padezcamos una o no.

Echan también a las visitas que la asisten y contienen.

Su habitación es recorrida por decenas de cucarachas. Allí tiene sus elementos de higiene personal y los alimentos que le proporcionan las visitas.

Hace años que ella es pacienta del hospital, y recibe el dignificante trato del personal de infectologia. Quienes se vieron en la necesidad de intervenir, haciendo que aparezcan en enfermería los insumos que aparentemente no había. Logrando cambiar solo mientras estuvieron presentes el trato extremadamente discriminatorio, consiguieron también que nuestra compañera quede alojada en la sala hasta el domingo 27 de marzo. Intentando en estos días revertir la peligrosidad de su cuadro de salud.

Aime continua soportando malos tratos, un constante trato en masculino, negación y rechazo a una atención adecuada. Pese a su perseverante y valiente reclamo.

Este es el camino que nos hace recorrer, este orden social y su moral. Nos prostituye, culpándonos por ello, nos enferman negándonos atención y nos mata, en un promedio de vida de treinta a treinta y cinco años.

El mal trato que recibimos la población “sobrante” en los hospitales, es compartido entre trans, morochxs, pobres y/o ancianxs.

La violencia hacia personas trans tiene raíz en la irracionalidad del prejuicio, en la ignorancia y en las políticas estatales educativas y sanitarias.

A pesar de trabajar básicamente con cuerpos sexuados y generizados existe una escasa formación académica en materia de géneros y sexualidades para trabajadorxs de la salud, haciendo de los hospitales espacios heteronormados, excluyentes para las personas que no se asuman mujeres o varones.

La religión y su moral se traduce en violencia psicofísica, cuando la interiorización de sus mandatos lleva a cientos de trabajadorxs de la salud a ampararse en sus creencias para negarnos atención. Corriéndonos de la categoría de personas y llevándonos a la de antinaturales, desviaciones influidas por el mal y el pecado.

El fundamentalismo heterosexista reproductivo de la religión, en su emparejamiento con el estado, confecciona planes de estudio, no tan solo en medicina, sino en todas las aulas e instituciones educativas estatales y privadas.

Por otro lado el capitalismo y su modelo neoliberal aplicado en nuestro país, convierte el acceso a la salud en un servicio, desmantelando la salud publica, pagando miseria al personal, desabasteciendo a los sectores mas necesitados. Negocian con nuestros derechos.

Es por un lado la iglesia católica, es por otro lado el estado, el heteropatriarcado, el capitalismo. Su control sobre nuestros cuerpos, deseos e identidades. Su marginación, discriminación y exclusión.

¿Que sentirán lxs medicxs y enfermeras que se niegan a tocarnos, al ver que trabajamos en un cambio social para que travestis, transgéneros y transexuales podamos ser medicxs que atendamos a mujeres y varones sin discriminarles porque en la sociedad que estamos gestando no hay lugar para la discriminación? es una realidad que comienza a materializarse con nuestra lucha. Estamos recuperando nuestros cuerpos apropiados por los sistemas de opresión y sus instituciones, queremos el derecho a decidir sobre ellos, queremos respeto y atención digna.

En primer lugar hacemos publica la situación, luego iniciaremos todas las acciones que estamos pensando contra quienes nos hacen blanco de la violencia que desatan.

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