No todo lo que brilla es oro

Con frecuencia llegaba un mensajero con flores y chocolates del marido para la hermosa señora de la gran mansión del barrio.

A ella se la veía salir y llegar, con lindas tenidas deportivas y formales, en su auto con chofer.

Después de no mucho tiempo, las flores vinieron en coronas, los chocolates amargos, las tenidas encerradas en un cajón y el auto con chofer era ahora el de las pompas fúnebres.

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