No nos asombran las nuevas formas del genocidio, de la exclusión, de la criminalización de la protesta, de la impunidad que genera tener un Poder Judicial que sólo es funcional para algunos pocos…
Bariloche es una nueva muestra de la actualización del genocidio: el asesinato de los pobres que lleva a cabo el aparato represor del Estado a favory y por orden del poder económico. El genocidio –ése que necesita de un victimario, las víctimas y una sociedad que lo avale- está muy claro: Bariloche es una de las ciudades de Argentina con la brecha más grande entre pobres y ricos; Bariloche sólo es la “Suiza argentina” para quien la quiere mirar desde los prismáticos del turismo y el comercio.
El genocidio ha mutado de los campos de concentración hacia el hambre, la desocupación, la represión, y la consolidación del sistema capitalista; cambió la picana eléctrica y los vuelos de la muerte por represiones brutales hacia el campo popular que resiste estas políticas de hambre; cambió los paredones de fusilamiento por las balas selectivas que mataron a tantos compañeros luchadores.
Otras tantas veces sólo basta con convencer a la sociedad que el reclamo y que alzar la voz es un delito…ése es el caso de Marina Schifrin. Luchadora que fue condenada por la (in)justicia por cortar rutas cuando era docente y peleaba por la educación pública y por los derechos de los trabajadores; y que ahora es amenazada por los que se sienten amenazados, aquellos que sólo se sienten cómodos si los del “Alto” barilochense se quedan en su ghetto, el de los pobres, el de los invisibles.
No nos asombran las formas de manifestación de este nuevo genocidio a partir de las voces de aquellos que piden más policía –la que mata, la que gana los favores de la justicia a partir de la impunidad-; que quiere resguardar la propiedad privada por sobre todo derecho –que sólo poseen ellos, de lo cual se sienten orgullosos-; que excluyen a “los otros” –que ni siquiera son considerados humanos-. Esos que amenazan y que salen a la calle únicamente para reclamar por SU propiedad privada, por SU integridad física, por SUS derechos son los que habilitan nuevamente la inmunidad a los sicarios del Estado y retrotraen ciertos atisbos del “ejercicio de justicia”: el juez les ha resultado imparcial y por ello lo han apartado de la causa, cuestión que trajo aparejada la vuelta a foja cero y el desprocesamiento del único sospechoso en el asesinato de Diego Bonefoi, el policía Sergio Colombil. Ellos, “los normales”, son la tercera pata de la histórica saga del genocidio, los que dan el aval.
No nos asombra que el Poder judicial resulte creador de impunidades porque siempre ha acompañado a los poderosos. Sin embargo, creemos que la reivindicación de las luchas populares y sus protagonistas resulta esencial para condenar socialmente el genocidio.
Desde H.I.J.O.S. Alto Valle repudiamos el accionar de aquellos que se escudan en las sombras de los discursos más retrógrados –como lo ha demostrado el gobernador Miguel Saiz en su visita a Bariloche- y enviamos nuestro apoyo a todxs lxs luchadorxs que en este tiempo están gritando por las heridas de Bariloche.
EN CONTRA DEL “GATILLO FÁCIL” Y DE LA MILITARIZACIÓN
DE BARILOCHE.
EN CONTRA DE LAS MANIFESTACIONES DEL PODER ECONÓMICO Y POLÍTICO, CÓMPLICES DE LA EXCLUSIÓN Y LA REPRESIÓN.
EN DEFENSA DE LXS LUCHADORXS POPULARES
Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio.