No hace mucho la noticia circuló en los medios casi como una simple referencia, sin ocupar un lugar destacado: “Una joven de 17 años fue drogada y después violada por cuatro hombres mientras un quinto filmaba la agresión con su teléfono móvil”. Luego estos jóvenes franceses enviaron esta filmación a los teléfonos celulares de amigos y parientes de la chica. La noticia continúa: “Cuando la policía detuvo a los cinco hombres, de entre 25 y 30 años, no comprendían por qué los arrestaban: “Hay que reírse y divertirse”, exclamaron.” Efectivamente, esto es lo que ellos adujeron en su defensa. No me cabe dudar acerca de la sinceridad de estos muchachos, tampoco se puede pensar que si dijeron esto fue para perjudicarse. Muy por el contrario, seguramente pensaron que el simple y humano deseo de divertirse resultaba suficiente exculpación, suficiente explicación capaz de convocar la comprensión de sus pares. ¿Cómo no comprender que unos jóvenes viriles, sanos, seguramente cumplidores de sus deberes familiares y sociales buscaran algo de diversión? Quizá estos muchachos pensaron por que no tomar para sí aquel entretenimiento que se cruzaba con ellos en las calles, que estaba sentada en el mismo café. Ellos, pese a la distancia, crecieron en nuestra misma cultura occidental, la que nos acostumbra a ver a la mujer casi desnuda en las publicidades, la que admite y sostiene los burdeles, la misma cultura que nos habitúa a que la satisfacción sexual puede conseguirse por unas monedas. La misma cultura que considera a la mujer como una forma de entretenimiento. Seguramente para estos jóvenes fue un juego, el montaje de un escenario como aquel infantil de policías y ladrones. Lo divertido fue permitirse ser el hábil macho cazador que acecha, acorrala a la presa, la somete hasta el desvalimiento y la viola, y cada uno la viola reforzando la complicidad entre hombres pares, la filmación es el trofeo. Para ellos no fue otra cosa que un juego.
En abril de este año en La Voz del Interior el periodista Miguel Durán dio a conocer otro hecho significativo. Ocurrió en un cuartel militar, en el Tercer Cuerpo de Ejército, alguien descubrió que entraban dos mujeres en prostitución, una de ellas mayor de edad, la otra de 13 años. Las habitaciones del Casino de Suboficiales del Regimiento 14 de Paracaidistas se convirtieron entonces en el lugar de placer donde concurrían los militares para tener relaciones sexuales pagas. La noticia no causó conmoción y no pasó de ser una nota gráfica. Dos personas fueron procesadas por el delito de facilitación a la prostitución de menores: el sargento primero Jesús Eduardo Ventimiglia y Rosa Negrete, la mujer en prostitución mayor de edad, más conocida por “Macarena”. El segundo jefe del RI-14, mayor Celso Guillermo Echenique enterado de la situación ordenó un sumario militar y una vez identificado a quien había hecho ingresar a la mujer y a la niña, según nota periodística expresó: “Llegué a la conclusión de que Ventimiglia violó el sistema de seguridad y solicité 30 días de arresto para él y 5 días de arresto para el principal Iriarte (Héctor Manuel) porque no informó que había escuchado voces femeninas”, comentó Echenique.” La misma nota periodística testifica que el Tribunal se mostró sorprendido “ por la falta de guardias e iluminación en el sector”. Podemos considerar que sí, efectivamente, se “violó” la seguridad, pero viendo la pena que se le impuso a Ventimiglia, seguramente no fue considerada muy importante esa falta. La seguridad pública no se vio seriamente dañada, las mujeres en prostitución seguramente no implican ningún peligro. Además, supongo que ahora, para tranquilidad del Tribunal, el lugar estará más iluminado. En este momento en que gozamos de una paz estable, en este enclave militar en el que hay poco que controlar, que vigilar, los militares pueden dormir tranquilos. Pero, ¿qué hacer cuando no se concilia el sueño y no se quiere mirar televisión ? Como un delivery, una llamada telefónica y el servicio es llevado hasta el mismo cuartel, luego, un tiempo de entretenimiento, de distensión. Ventimiglia fue sancionado con 30 días de arresto, casi un símbolo, ¿para qué más? ¿por qué más? Al fin y al cabo los militares también son hombres que necesitan “reírse y divertirse”.
El diario Clarín en el suplemento de espectáculos, en la columna Replay dedicada a notas simpáticas o llamativas de la farándula, publicó un dialogo televisivo entre Ernestina Pais y Mario Mazzone. Lo interesante de esta nota no es solamente lo que ambos dicen sino el tratamiento que el periodista hace del hecho, su presentación como anécdota divertida donde el acento esta en lo poco “fino” del locutor. Más allá de la falta de elegancia del comentario al periodista no le llama la atención lo que en realidad ambos están diciendo. Dicho en un programa televisivo, publicado en un diario de circulación nacional, previamente sometido a la lectura de editores y redactores, y luego al público, pareciera no haber despertado la atención de nadie, y quizá este bien eso, quizá es bueno que las cosas sean así y continúen siendo así. Aquí va la nota en cuestión:
“Consejo de dos locos graciosos (o algo así). A la consigna ¿qué promesa harías para que Argentina gane el Mundial?, uno respondió: “Prometo no encararme más a mi cuñada todos los fines de semana, borracho”. “¡Me encantó!”, celebró Ernestina Pais antes de darle un consejo a la cuñada: “Dejate, una vez, dale el gusto”. E intervino Mario Mazzone: “Una vez y ya está; total, como decía un amigo mío, después te lavás y listo”. Porque para humor fino, no hay como el de Mazzone.”
“Dejate… dejate…. dejate” las palabras resuenan, son pedido, orden, destino. Deja-te, dejate a ti misma, enajénate, olvidate y entregate al deseo del otro, a su placer. ¿No tendría que ser halagador el acoso, la persecución, el deseo despierto en ese hombre, en todos los hombres? Obviamente para ambos locutores es el deseo del macho el que determina, el que fija los límites, el de ella no importa. Por qué pensar en su interioridad, en sus sentimientos… ¿los tiene?. Para Pais y Mazzone no cuenta eso, la mujer es pura corporeidad, exterioridad. Todo después se repara, se soluciona: “te lavás y listo”, pues nuevamente aquí también lo importante es “reírse y divertirse”.