DE OFICIO TIPÓGRAFO

Hace unas semanas, a fines de abril, había participado del homenaje que organizamos por los siete años del asesinato del compañero Carlos Fuentealba.
Eduardo era un compañero activo, presente… siempre ahí… con su opinión, contando sus experiencias, haciendo una humorada con esas palabras que solo él conocía.

En las reuniones de la comisión de la ‘Biblio’, en las actividades, en las cenas en el ‘Gauchito’ debatiendo y, cuando podía, en alguna marcha.
Presente, siempre ahí, presente.
Con sus compañeros gráficos. Militando, trasmitiendo, construyendo.
En las buenas y en las malas. Pero recordemos siempre las buenas, son más lindas.
Como aquella gesta en la que se puso en pie la comisión interna del diario La Nación, en tiempos muy duros, entre la última dictadura militar y los albores de la ilusión democrática.

Y de nuevo presente, siempre ahí, presente.
Quien haya tenido la oportunidad de leer un título de la colección Utopía Libertaria, también tuvo la oportunidad de conocerlo como corrector. Muchos de esos libros que nos trasmiten historias lejanas en el tiempo y el espacio, que nos hablan de revoluciones, de teorías y biografías inconclusas, pasaron antes que por nuestros ojos por su vocabulario clínico.
Te fuiste, como tantos otros compañeros y compañeras que transitaron por la ‘Biblio’ y que aún viven en nuestro recuerdo: Vicente, Oscar, Alfredo, Jorge, Antonio, Sarita, Cuco…

Y si tu oficio fue tipógrafo, no lo circunscribiste solo a tu trabajo. Porque quienes tuvimos la suerte y el honor de conocerte y compartir, podemos afirmar que dejaste impreso a lo largo de tu militancia sentimientos e ideas que hoy leemos y deseamos poder continuarlos y trasmitirlos a los que van a venir.
Tuyos/as y de la anarquía.

Tus compañeros y compañeras de la Comisión

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