Lamentablemente, la construcción con otros no es tan fácil como suena una declaración por la unidad. A veces, hace falta salir a marcar diferencias difíciles de explicar en una misma lista. Esta semana, desde algunos sectores de la Alternativa Buenos Aires (ALBA), alianza electoral que integra mi partido, se salió a promocionar una Ley de Trabajo Sexual Autónomo. Esto me obliga a tener que aclarar públicamente que las posturas en favor de reglamentar la prostitución no son parte del acuerdo de conformación de la alianza, y quienes las defienden sólo pueden hacerlo a título personal. Ni el Partido Comunista, ni yo de manera individual, podemos estar de acuerdo con una postura de este tipo, coherentes con nuestra posición abolicionista en torno al tema de la prostitución.
La prostitución no puede ser definida como trabajo sexual, como si se tratara de un oficio libremente elegido en condiciones de igualdad. Una ley de ese estilo estaría legitimando lo peor del sistema patriarcal, que asigna a mujeres y travestis el lugar de objetos de consumo para todo el que pueda pagarlos. El Estado debería ser el garante de nuestro derecho a no ser explotadas y no el espacio que naturalice y regule esa explotación. La sociedad entera debería comprometerse en terminar con esta forma esclavitud. Por otro lado, cientos de compañeras desaparecen en manos de las redes de trata y todo el sistema prostituyente es la condición necesaria para que esto pase.
No condenamos a las compañeras en situación de prostitución, ni mucho menos legitimamos el abuso, la violencia y la criminalización de las que son víctimas. Luchamos por cambiar las condiciones sociales, políticas y económicas que nos empujan a cualquier esquina oscura como si ese fuera el destino que nos toca. Hicimos mucho para convencer a cientos de compañeras que es posible salir de la prostitución y construir otra vida. No podemos retroceder después de tanta lucha ganada. La recuperación del cuerpo es uno de los actos más fuertes de libertad.
Escribo esta nota para no dar lugar a confusiones y operaciones malintencionadas. Por respeto a todas las construcciones de las que soy parte y trascienden mi figura personal, no estoy dispuesta a sumarme a ningún circo mediático que intente armarse en torno a todo esto. Solo quiero reivindicar una vez más nuestro Derecho Humano a la política, nuestro derecho a involucrarnos, a participar de los espacios de decisión donde se definen las políticas que afectan nuestra vida cotidiana y, sobre todo, a dar las luchas colectivas que construyan un horizonte de mayor igualdad.
Lohana Berkins