Romper ciclos

De ese juego fétido y divino, embarrado de excremento y dirigido hacia el amor y lo sensual, conducido a través de una vereda lodosa, inclinada, llena de basura, en la que uno resbala y cae y se da de cara contra pañales, contra ideales, contra trasnacionales, contra el peso de la vejez y el sopor y abandonó del vino; junto a las rejas y la vida obligadamente cebadora y auto enaltecedora de las neo-colonias obligadas por los colonialistas, a seguir hinchándose para seguir siendo ordeñadas en su inmóvil satisfechéz. Estamos con la panza brillosa de tanto tragar política y música de moda y juegos sensuales y estancias ambientadas con DVD y con la acumulación de la materia, producto del reconocimiento académico.

Estamos llenos pero no estamos satisfechos.

Intuimos que aun existen sendas y caminos fuera de la incongruencia de esta vida moderna, que permitirán que escapemos a la ilimitada capacidad vital y sobre todo de conciencia, que solo en el espacio podremos encontrar.

Deseamos escapar de esta existencia, porque no es la nuestra; pero si anhelamos y amamos la vida, por qué si no, incongruencia nuestra, ya habríamos saltado al fondo. ¿Verdad?

Deseamos alcanzar la capacidad de superar casa, colonia, país, mundo, galaxias, e ir más allá, atravesar por encima de las nebulosas y por adentro de las estrellas. Alcanzar niveles de conciencia más allá de toda compresión genética. Y con esa fortaleza para recorrer siglos, milenios y soles, alcanzar el refinamiento perceptual, para crear mundos, para crear burbujas de estrellas, de sentimientos, de sangre, para crear vida, para lograr la consolidación de una existencia, de mundos en los que la razón ya pueda aplicarse a sentires y sucesos reflexivos, no instintivos ni impulsivos.

Estas existencias deberán quedar atrás, con sus devociones a dioses de yeso, vengativos y fácilmente engañables, con el culto a un hombre proyector de cajas de hojalata de sadismo y machismo, de mentiras y chantajes.

Con la veneración a un humano lloroso y embustero.

Un sátrapa que quizás muy en el fondo reconoce su miseria, sus pequeños engaños y ropajes e ideales tan fútiles e insignificantes cuando se separa de su contexto y de su aldea. Seres que quedan temblorosos y desvalidos al separarlos del montón, de su comunidad, de su identidad.

De una identidad formada por marcas y estilos musicales, por desavenencia espiritual suplida por goces y risas frívolas e insulsas.

No todos. Pero algunos, buscan escapar de la apariencia, de la moda, de los fandangos y perfumes de temporada, de esa auto-suficiencia que implica el “poseer” una casa de dos pisos con chimenea, una esposa bonita, eficiente y complaciente, dos hijos con coeficiencia intelectual de 1095 y cuadros de honor y medallas por correr los 100 metros y una próxima y magnifica boda concertada con los Azcárraga, además de seis pares de zapatos finos y de charol.

¿Qué no hay una existencia donde no imperen los lujos bagatélicos ni las apropiaciones frívolas y perennes?

La lentejuela y el oro y las credenciales de la C.T.M. son muy bonitas, útiles para el que discurre por las vías propias de la parafernalia, pero se acaban y no hay más.

Una ves mas estoy delirando y repitiendo los mismos sentires y palabras de hace 20, 40, 5000 años, al tratar de escapar, no de la vida, tampoco de la muerte, sino de esta existencia acartonada, insulsa y estéril, pero con la suficiente fuerza para escupirnos en la cara y echarnos a perder nuestros deseos heroicos y nuestros intentos de convertirnos en seres de leyenda, en potentados, en seres de realeza y de academia, pero que al final y en estricto uso de de la palabra, no son .

Deberemos buscar la manera de acceder, de crear, de conformar un juego, una vía de existencia, una línea de realidad en la que primeramente se alcance conciencia, para posteriormente auto-conformarnos para un transitar en los distintos tipos y niveles de existencia; pues solo con el caminar reflexivo, solitario y doloroso, lento, nos dirigiremos a la senda que conduce al escape de esta realidad, que nos permitirá separarnos del tiempo y de la época, en solo un discurrir sucesivo y eterno de presentes, de momentos, de percepciones en donde solo existe un genuino y sincero comprender .

Y tras comprender, hacer. Ver, en donde pensamientos y sentires pasados son puro recuerdo, son mera referencia del reconocimiento de nuestra perspectiva actual.

Habrá manera de superar los lazos y márgenes autos impuestos por la cotidianeidad y por la estupidez heredada; podremos caminar entre ciudades y multitudes dolorosas, orgullosas e ignorantes, sin dejarnos llevar ni exasperar por sus aullidos y sus risotadas falsas y decadentes como ellos mismos. Como esta vida de arrastrar reproches silenciosos y ásperos de miradas dementes, tristes, lacrimosas.

Quizás de nuevo, vocifero maldiciones y gritos de ahogado, ya proferidos y desgastados, y desde hace mucho ignorados y olvidados.

Y sin embargo no puedo mentir.

No creo que el “nacer, crecer, reproducirse y morir” sea la máxima de nosotros como seres y como especie. No lo creo. Hay más.

Llegamos de muy lejos a estas tierras, y fuimos condenados a lo plano, a la forma, fuimos arcilla en las manos crudas, ignorantes y sapientes de aquellos que nos crearon buscando consuelo, buscando compañía, anhelando compresión, deseando tutela y dirección, siempre deseosos de autoridad y de alguien en quien confiar. Nos dejamos modelar, nos permitimos moldear.

Y ahora, con voz chillona y el orgullo lastimado al reconocer, al comprender nuestra enajenación, deseamos echar culpa a alguien de la falsedad de nuestra vida y de la futileza de nuestros proyectos, cuando todo se sustento en suposiciones, en buenos deseos, en anhelos egoístas, en miedo, en mucho miedo al percatarnos de nuestra próxima inmersión en el mar abisal del olvido y la inconciencia.

Donde al hundirnos, no quedará huella de nuestras campañas por destruir naciones, por enarbolar banderas, por amontonar oro, honores y placeres.

Le tenemos miedo al olvido, a la intranscendencia, y a la falta de reconocimiento que disgregaría nuestra personalidad, al estar constituida por valores y referencias ajenas a nosotros.

Y de nuevo, una ves mas estamos solos, aprendimos la longitud de un acre y la manera correcta de utilizar los cubiertos y las copas, pero nadie nos enseñó a enfrentar fuerzas que devoran siglos; nadie lo enseña, porque es algo que cada individuo debe aprender a enfocar por sí solo.

Si yo estoy aquí es porque aún me agrada la vida.

Aunque no estoy muy conforme con ella, con la que llevo y dirijo actualmente, pero la quiero hacer crecer y mejorarla y además le tengo miedo al no-intento, al dejarse llevar, por tanto: si deseo superar mis márgenes y los estigmas en los que me tocó crecer, debo de luchar, ¿verdad?, o ¿alguien vendrá a consolarme y a lamer mis heridas? No lo creo ni lo deseo, sí anhelo una mano amiga, pero no migajas y mentiras

Se tratará de desarrollar la vida, y no solamente la nuestra, sino la de aquellos que presentan aun más facciones destructivas que las nuestras.

Pero, ¿qué voy a aportar?, ¿mi ignorancia, soberbia y egoísmo? ¿No son ya suficientes humanos sufriendo y maldurmiendo por las noches, y peor viviendo en el día? Parece que son suficientes, ¿no?

Pero, se trata de algo más, de superar miedos y barreras de trasladarse por encima de la carroña del viejo mundo y la soberbia imperecedera, que así como nuestra cerrazón y retrogradéz, presentan un rasgo bastante representativo del humano… pero esto no tiene por qué seguir así. No debe seguir así.

Más adelante, la razón guiará a la razón. Solo así podremos superar los pocos metros que nos hemos separado, que tan solo hemos recorrido de nuestra cueva, a este pequeño arroyo, a esta sombra.

Erick Daniel Granados Monroy

Gentileza de Portal Libertario OACA *

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *