Legitimar la prostitución es poner en riesgo a todas las mujeres y niñas de nuestra sociedad.

Por: Germán Steppenmäuschen

La prostitución no es trabajo, es una forma extrema de violencia contra mujeres, niñas y personas trans, y es una forma extrema de supervivencia, similar a la venta de los propios órganos o de los hijos. No hay trabajo que genere dolor pélvico crónico, estrés postraumático idéntico al de supervivientes de terrorismo de estado, pérdida de la sensibilidad genital, etc. Las enfermedades y lesiones laborales son producto de las condiciones en que se desarrollan los trabajos en el sistema capitalista, no de los trabajos en sí mismos, como sí sucede con la prostitución. No hay trabajo que consista en la autodestrucción.

Tampoco los beneficios que alguna “actividad” reporte al sistema le da a ésta condición de trabajo. La renta y las timbas financieras reportan al sistema beneficios y eso no las convierte en trabajo.

Pero supongamos que sí fuese un trabajo. Si todo trabajo que produce plusvalía es trabajo productivo, el trabajo de quienes producen minas antipersonales, OGM y agrotóxicos, por citar algunos ejemplos, es productivo. ¿De verdad piensan que bastaría con poner la producción y distribución de minas antipersonales bajo control obrero? ¿Qué por ser trabajo reconocido por la ley ya es legítimo y debe proseguirse?.

No hay diferencia entre la trata y la prostitución. La trata es un medio de reclutamiento para la prostitución. Entre el 90% y el 99% de los casos de trata son de mujeres y niñas para ser consumidas en prostitución. Sin prostitución no hay trata.

Hay mujeres y trans en situación de prostitución y sobrevivientes de prostitución que son abolicionistas, sólo que no gozan del financiamiento y del cartel que otorga la CTA. Los medios a esas voces no les dan espacio. Y la izquierda revolucionaria al parecer viene actuando en esto igual que el sistema al que en otras áreas combate.

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