El primer alerta fue el oficial: el gobierno de Jorge Sapag anunció que se extremarán las medidas de seguridad en la provincia para evitar que se repitan estos actos, a los calificó como “cobardes” y “terroristas”. Fue, claramente, un hecho grave que debe ser esclarecido. Es cierto que no hubo víctimas, pero pudo haberlas.
También el gobierno nacional anunció que reforzaría las medidas de seguridad en estas tierras del norte de la Patagonia, lo que en los hechos podría traducirse en mayores controles en aeropuertos, puestos fronterizos y –no me caben dudas- una acción más intensa de los organismos de seguridad que operan en todo el país.
Creo que este alerta ya estaba en los planes del gobierno de Sapag, desde el día en que comenzó a adherir al discurso de la Sociedad Rural autóctona, que –bajo la imaginería de Carlos Nuno Sapag- vio infiltrados de la ETA y de grupos terroristas de otros lares interviniendo entre los mapuces del sur provincial, con armamento de guerra y la extraordinaria logística de la izquierda insurgente. (Chiste).
De modo que cuan profecía autocumplida, hubo un hecho que desencadenó la vigencia del alerta oficial.
Esto es precisamente –y valga la redundancia- lo que habilita el segundo alerta: es tan grave el hecho y son tantas las coincidencias entre lo que se decía que iba a pasar y lo que finalmente ocurrió, que se hace imprescindible hacer una investigación judicial tan seria como profesional.
Como es público y notorio, la justicia neuquina post JOS, no se viene caracterizando por ser ni muy seria ni tan profesional como se pretende. De modo que será la ciudadanía y deben ser los y las periodistas quienes deberán ejercer un férreo control sobre todos y cada uno de los pasos de la instrucción.
Como contamos ayer en nuestra web, hubo algunos descuidos tanto en la preservación del lugar como en las declaraciones de funcionarios públicos que alentaron teorías sinceramente graves.
Y finalmente hay un tercer motivo para estar alerta: lo que pueda suceder de acá en mas, en nombre de la seguridad provincial. Podríamos escribir libros enteros sobre los desastres que cometen los gobiernos y los poderosos luego de catástrofes tanto naturales como políticas y sociales. Recomiendo fervientemente uno: La doctrina del Shock, de Naomi Klein, que en 600 páginas realiza un compendio extraordinario de los desastres ocurridos tras los desastres.
Esto requiere que la sociedad y las organizaciones políticas y sociales, estén sumamente alertas. Antes de la bomba, había suficientes motivos para estar preocupados por los abusos policiales. Ahora, creo que hay muchísimos más.