Es cierto. Lo mejor que podríamos hacer los docentes es trabajar con mucha pero mucha vocación y olvidarnos de nuestros mezquinos reclamos salariales. Hay cosas más importantes en juego: la educación de los chicos y nuestra propia realización como trabajadores.
La vicegobernadora nos demanda vocación; vamos a hacerle caso. De ahora en más, hallaremos en las aulas una fuente de autorrealización sólo comparable con la que encontramos en la amistad, el amor, el ocio creativo, el juego, la música, el pastoreo de ovejas, la pesca y la teorización a la hora del crepúsculo.
Seremos aristotélicos y aristotélicas: encontraremos la recompensa a nuestros esfuerzos en la práctica de actividades cada vez más complejas. Y nunca más se escuchará de nuestros labios una sola queja por el sueldo, las malas condiciones de las escuelas, la falta de atención médica y cosas por el estilo. Pero haremos todo esto con una sola condición: que la misma vocación y el mismo desprendimiento que se nos exige a los docentes se le exija a todo el mundo, sin excepción.
Entonces, en el Policlínico nos atendrán gratis, por pura vocación; Camuzzi verá que su vocación pasa por darnos gas de buena calidad sin que paguemos un solo peso; los dueños del Topsy serán felices almacenando y distribuyendo alimentos; Buzzi y Biolcatti se realizarán vocacionalmente criando vaquitas y sembrando trigo, gratarola, para que no nos falte ni la carne ni el pan; la familia Sapag alcanzará la plenitud humana construyendo caminos por todas partes y sin facturarle ni un centavo al Estado; los chacareros inundarán las góndolas con peras y manzanas perfectamente vocacionales y gratuitas; Telefónica hará realidad su sueño de una comunidad en la que juntos podemos más y tenemos crédito perpetuo; Bennetton tejerá infinitos pulóveres por amor al arte; los peluqueros harán de nuestras cabezas objetos de su desinteresado talento; los taxistas nos llevarán a todas partes sin bajada de bandera ni tarifa alguna; y todo así.
Todo el mundo trabajará sólo por vocación. El trabajo ya no será una carga, sino la primera necesidad vital. Si todos le hacemos caso a Pechén, estaremos construyendo el comunismo.
(*) Vice-gobernadora de la ciudad de Neuquén – Argentina –