No quiero!!! Que la ley, la iglesia, las instituciones y los varones decidan sobre mi cuerpo!!!

por eso HABLEMOS DE PATRIARCADO

Cuando los/as anarquistas hacemos una crítica a la sociedad actual y de todo aquello que coarta nuestra libertad y desarrollo como seres humanos, solemos centrar el discurso en el sistema económico capitalista en función del Estado y en el papel de las religiones como sostén de ambos. Solemos dejar al margen lo que supone vivir dentro de un sistema patriarcal.

Consideramos muy importante este análisis porque este sistema es anterior al capitalismo y al principio de Estado, sobreviviendo a todo tipo de cambios de estructura social y revoluciones. Desde la Atenas clásica de Pericles, pasando por el feudalismo, el antiguo régimen hasta el capitalismo de estado o no, o cualquier tipo de régimen totalitario, han funcionado dentro del sistema patriarcal. El principio fundamental del sistema patriarcal es la desigualdad, la superioridad básica del hombre sobre la mujer.

-¿Cómo es posible que éste haya resistido a todo tipo de cambios? ¿Dónde radica la dificultad de acabar con éste sistema?.
No nacemos con un esquema predeterminado para vivir. Debemos aprender casi todo. El aprendizaje modela nuestros pensamientos, nuestras motivaciones y emociones, nuestras personalidades y actitudes. Desde el lenguaje se nos asigna un lugar y un status determinado, este lenguaje lo adquirimos cuando aún no tenemos capacidad para darnos cuenta de ello y cuando alcanzamos edad suficiente para entenderlo lo tenemos tan interiorizado que no vemos la necesidad de cuestionarlo.

Las experiencias vividas ya en los primeros cinco años de nuestra vida, hacen que configuremos un marco de referencia, a través del cual organizamos e interpretamos la información recibida. Así es como se van formando nuestros esquemas mentales. Entre los esquemas los hay muy poderosos, como los referidos a la masculinidad y la feminidad.

La tipificación genérica (que significa ser hombre o ser mujer), está fuertemente influida por los roles de género propios de nuestra sociedad (conductas que se esperan de un hombre o de una mujer), ya que ajustamos nuestra conducta a lo que se espera de nosotros, reforzando con ello nuestra propia tipificación. Es un círculo vicioso difícil de romper, se diría que estamos colonizados/as desde nosotros/as mismos/as.

Decir PATRIARCADO hoy es decir; jerarquía, dominación, genocidio, incesto, explotación y control del trabajo, la reproducción y la sexualidad de las mujeres.

Que esto suceda así es importante para el afianzamiento de los poderes de los diferentes sistemas que históricamente han circulado. No se puede hablar del papel de la mujer sin hablar del de los hombres, porque éstas han sido educadas y se les ha asignado un espacio en relación al hombre, ellas tienen que ser “así” para que ellos respondan a lo que el poder explotador necesita: “máquinas de producir más y mejor”.
“¡Los hombres no lloran!, ¡Vaya destrozabragas qué está hecho el niño!, ¡mira qué fuerte y qué grande!…”. Porque claro, las máquinas no tienen sentimientos, son duras y siempre saben lo que hay que hacer, y desde luego no se reproducen, ni tienen que cuidar de su prole.

Por eso el hombre tiene dificultad para expresar sus sentimientos y emociones; la ternura, los afectos, los sueños, los miedos, todo lo que tiene, tiene que ver con su mundo interno, y reproduce en el hogar lo que vive en el mundo externo; relaciones de dominación. Cuanto más machacado esté, más vuelca su agresividad en su pareja y sus hijos/as. Las máquinas tienen válvulas de escape y el sistema se hace cómplice de esto.

Este producto diseñado por y para el poder, necesita personal de mantenimiento y aquí entra el papel de la mujer, a ella corresponde cuidar, alimentar las máquinas productoras, además de producir nuevas máquinas que vayan supliendo a las de desecho (y eso al ritmo que también interese) y para eso es adiestrada en la ternura, compresión, generosidad, solidaridad. Valores que hacen posible el cuidado de los otros y que si se extrapolasen a la sociedad en general, la Revolución Social estaría cantada.

Pero quien hizo la ley hizo la trampa, y estos valores han sido inculcados en las mujeres junto con la sumisión y el “instinto materno”. “Tus hijos son tuyos”, la propiedad de la prole, que hace que viva la familia como un reino cerrado, tras cuyas puertas se terminan todos aquellos atributos asignados a la mujer.

Las mujeres como primeras sufridoras de este sistema patriarcal son también las que inician la lucha contra la sociedad machista, organizándose y denunciando la situación de sometimiento que viven. Algunos avances se han conseguido gracias a esto, pero, como siempre, no es oro todo lo que reluce. El sistema ha asimilado y prostituido esta lucha.

“Los planes de igualdad” enmarcados en los esquemas de siempre: dominadoras/dominadas han animado a “romper esquemas” a las mujeres que luchan por hacerse con el terreno que les corresponde por participar en la sociedad, pero eso sí, asumiendo valores machistas: ¡ hay que ser tan competitivas o más que ellos! Engordar las filas del ejército, de los cuerpos policiales y represivos. ¡Ah! y no se olvide la participación en la política, que todo lo endulza para que no se vea tan claro el veneno.

¡Mujeres así son las que interesan! Se podría seguir y seguir escribiendo, porque podríamos abordar la falta de concientización de los hombres. Es sabido que el patriarcado también a ellos les perjudica, que la libertad del género humano no será posible sin su abolición.

-¿Dónde está la lucha de los hombres?. ¿Dónde está la lucha de los hombres? Y más concretamente, ¿dónde está la lucha de los anarquistas aquí?
No compañeros, no es sólo la discriminación de la mujer lo único que hay que superar. No es un problema de las mujeres con que únicamente os tenéis que sentir solidarios, es una lucha de todos y todas.

Ahora bien, si decimos que la indiferencia del hombre está en que no le interesa cuestionar un sistema que le otorga privilegios, habremos dicho la mitad de la verdad. Si repasamos como han sido educados, veremos la dificultad para que éstos emprendan un análisis serio, y mucho más para luchar por romper el corsé que les atenaza, porque: “Mirá, Manolo, los hombres sí lloran, tienen miedo y sienten inseguridad, y no siempre se les empina en el momento que quieren, así que tú Manolo que vives todo esto en lo callado de tu porte Macho bien platáo, no reprimas tu realidad de ser humano; y reconoce que eres tan tonto como ella, y que como ella te dejas pisar, y que pisándola lo único que haces es hundirte más y más”.

El temor a reconocer esto, es lo que al hombre le lleva a no ver que pasa dentro de él, a engañarse y seguir dejándose engañar. No nos engañemos, aunque se terminase con el Capital y el Estado, mientras exista el Patriarcado, la sociedad que surgiera sería igualmente injusta y desigual.

Art. Difundido por por el Grupo Albatros. FAI-Madrid-Gentileza de Mujeres Libres-Buenos Aires-Argentina-

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