La memoria subversiva

¿Será la memoria un hecho de conciencia colectiva, o será una guía de museos a recorrer por los niños y niñas con sus maestras, y por turistas sensibles… en sus paseos por la Argentina devastada de los años de la dictadura?
¿Será la memoria un lugar de resistencia, de reinvención de las rebeldías, de búsqueda de claves para perfilar un proyecto de desafío al poder, o será un lugar de exhibición de nuestras vanidades de sobrevivientes?
¿Será la memoria el lugar en el que vuelven a encenderse las pasiones, la rabia, las esperanzas de guevariar al mundo, o será un camino de cenizas que abone el una y otra vez reciclado posibilismo?
¿Será la memoria el dolor de la herida, el incómodo lugar de la cicatriz, el trauma que sigue abierto en la historia porque siguen abiertas las llagas de la injusticia; o será el lugar del brindis, del “qué mal que la pasamos pero qué suerte que ya pasó”?
¿Será la memoria un espacio físico, un museo, un monumento, una placa… o será un espacio marcado en nuestras conciencias?
¿Será la memoria un hecho material de nuestro presente continuo, o será una consigna manipulable de nuestro pasado imperfecto?
¿Será la memoria mercancía, valor de cambio, plusvalía utilizable en las campañas electorales, o será el acta de acusación de las traiciones, incoherencias y olvidos?
¿Entrarán en los espacios de la memoria los nombres de las mujeres desaparecidas en democracia, de las mujeres secuestradas, torturadas, violadas, esclavizadas por las redes de prostitución y trata?
¿Se inaugurarán en los espacios para la memoria, las salas de las travestis asesinadas por el patriarcado y sus señores de la muerte? ¿Estará la sala para las víctimas de los femicidios?
¿Entrarán en los muros de los espacios para la memoria, junto a lxs 30.000, las fotos de los chicos muertos por la maldita policía del gatillo fácil? ¿Entrarán los muertos y muertas por la corrupción y la impunidad?
¿Entrarán los niños y niñas qom, wichi, guaraní, tragados por la desnutrición?
¿Habrá en los espacios para la memoria salas que recuerden a lxs muertxs como consecuencia de las fumigaciones de los campos de soja, o del cianuro que revienta a las montañas y a las personas? ¿Habrá espacio para los nacidos con malformaciones por la contaminación?
¿Hay espacios de memoria para los muertos en vida?
¿Serán los espacios de la memoria lugares de combate o serán centros de reconciliación?
¿Podremos declarar a las cárceles actuales, las comisarías, los hospicios, y otros centros de tortura que continúan en funciones… como “espacios de la memoria”?
¿Organizaremos también allí visitas guiadas, y pondremos placas que informen de las masacres, de los suicidios, de los asesinatos cometidos o alentados desde sus administraciones?
¿Serán los espacios de la memoria los hormigueros donde los pocho lepratti, darío santillán, silvia suppo, roberto lópez, carlos fuentealba, noemí condori, luciano arruga, daiana garcía, sigan haciendo la historia de los y las de abajo… o serán los locales donde jóvenes funcionarios del poder de turno hablen del pasado pisado y del presente negado?
Tengo preguntas sin respuesta, en un tiempo en que la memoria colectiva parece estar sometida a un intenso proceso de pasteurización de los relatos, que construyen un recorte oficial donde algunas figuritas entran y salen de la foto, de acuerdo con las urgencias inmediatas de la construcción simbólica del poder. Preguntas sin respuesta, que intentan conocer el revés de la trama, para que la memoria no juegue como trampa sino como camino.
Memoria en movimiento, marchando por las mismas razones por las que lo hicieron quienes hilan nuestros recuerdos, y encontrando nuevas razones para la marcha. Memoria en combate, contra el capitalismo serio o risueño –contra cualquier capitalismo-. Memoria anticapitalista, enredada con la memoria anticolonial, antirracista y antipatriarcal. Memoria que busca completarse con las voces de todxs los protagonistas.
Preguntas sin respuesta, que fluyen a la hora de reconocer nuestras ausencias. No sé cómo harán para guardar la memoria en un edificio, no sé qué memoria puede guardarse en el lugar en el que acribillaron y destrozaron nuestros cuerpos, no sé qué muerte se podrá volver vida en los recorridos del terror.
Tal vez no haya espacio que pueda resolver lo que el pueblo no haga con su lucha.
La memoria estará presente, seguramente, mientras los sueños sigan bailando en nuestros cuerpos, mientras nos sorprendan las injusticias y nos conmuevan como el primer día, mientras no bajemos los brazos ante los dolores, mientras sigamos creando nuevas maneras de encontrarnos.
La memoria estará presente, sospecho, desordenando los espacios de la memoria, corriendo las sillas de los acomodados, organizando en sus sedes, y sobre todo fuera de ellas, clandestinas subversiones contra la oficialización de la memoria.

Claudia

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