El uso del morfema “E” para marcar el género…

Por: Andrea Franulic Depix

El uso del morfema “E” para marcar el género gramatical en la lengua borra la diferencia sexual femenina, en un acto de renovado androcentrismo, pues vuelve a aglutinarnos dentro de una supuesta neutralidad que no existe y que no existe en la vida, porque no existe en el cuerpo y, por lo tanto, no existe en las palabras.

Esto sucede porque hay mucha ignorancia acerca de la historia de las mujeres, del pensamiento libre de las mujeres, una ignorancia impuesta sin duda, y las universidades y las instituciones consideran que un manual de lenguaje inclusivo es una salida lo más progresista que hay, pero ¿no es acaso la sofisticación del mismo fundamento patriarcal de siempre, del mismo modus operandi que absorbe la diferencia sexual y reinstala el régimen del Uno? Si el pensamiento libre de las mujeres se estudiara, se leyera, se conociera su genealogía, hombres y mujeres podrían, al menos, identificar los disfraces que toma el régimen del Uno. No todas las mujeres queremos ser incluidas, tampoco excluidas. Más allá de esta otra falsa dicotomía, algunas mujeres buscamos independencia simbólica de los códigos dominantes para terminar con el desorden simbólico que intenta aplastar la libertad femenina (figura descubierta por Lia Cigarini).

Por otra parte, los cambios de la lengua no pueden quedarse en la superficie de la lengua, es decir, no se trata de usar un morfema u otro, porque la diferencia sexual está estructurada en la organización profunda del significado, del sentido. Por eso, cuando se intenta cambiar la lengua en la superficie, el sistema de la lengua absorbe esta transformación y la acomoda en la misma estructura androcéntrica de siempre, nos dice Patrizia Violi. Asimismo, los cambios lingüísticos no pueden imponerse por arbitrariedad ideológica, por decreto de ley o por ser políticamente correctas(os), porque palabra y cuerpo son inseparables y el cuerpo es siempre cuerpo sexuado, por lo tanto, las palabras sacan a la luz del sol nuestras necesidades, deseos, emociones, etc., encarnadas a nuestra diferencia sexual, que es lo contrario a la identidad.

Fuente: https://www.facebook.com/Andrea-Franulic-Depix-200633090026454/

 

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