En 1922 funda otro grupo de acción, Los Solidarios, a quienes se imputa la ejecución del cardenal Soldevila como represalia por el asesinato del sindicalista Salvador Seguí. Vuelve a Francia con su compañero Francisco Ascaso, donde fundan la Librairie Internationale. Cabe destacar que estos militantes se intentaron mantener siempre con sus salarios, a pesar de la gran cantidad de dinero que pasó por sus manos debido a sus atracos en bancos. Al año siguiente, se embarcan en una gira de agitación y recogida de fondos por América Latina.
En 1926 vuelven a Francia, donde son encarcelados por intentar atentar contra Alfonso XIII, pero una campaña de solidaridad impide su extradición y son indultados. En 1931 regresa a España. Opuesto a la consolidación de la república capitalista, se convierte en una figura muy importante del sindicalismo.
Participará en la insurrección de Alt Llobregat de 1932, lo que acabará con su deportación a Guinea y Fuerteventura, y en la de enero de 1933, con el resultado de su encarcelamiento cinco meses en El Puerto de Santa María, lo que no le impedirá volver a integrar el Comité Insurreccional de diciembre de ese año (esta vez visitará la cárcel de Burgos. El día antes de la revolución de octubre de 1934 será encarcelado en Valencia durante un año.
El 17 de julio de 1936 organiza la defensa confederal en varios barrios de Barcelona, y posteriormente se pone al frente del Departamento de Transportes del Comité de Milicias Antifascistas. El 23 de julio se forma la Columna Durruti, que se dirige a Aragón mientras a su paso se produce una revolución social por la que se expropian y colectivizan las tierras de los terratenientes. En noviembre viaja a Madrid con los 3.500 milicianos de la columna para ayudar a contener la ofensiva franquista, lo que se consigue, pero el día 19 sufre una herida de bala y al día siguiente pierde la vida. A su entierro, el 22 de noviembre en Barcelona, asisten 200.000 personas.